miércoles, 16 de octubre de 2019

La igualdad no es una cuestión de mensajes populistas


Para empezar y situarnos, podríamos decir que el día Después de pedir mejoras en su trabajo, fueron encerradas y quemadas vivas.
8 de marzo se celebra el día de la Mujer en memoria de las 140 mujeres que murieron abrasadas en una fábrica de Nueva York.
Nos estamos acostumbrando a dar mensajes populistas llamando a la igualdad de género y sin darnos cuenta que estamos erosionando, en demasía, todos los abusos sufridos durante muchos años y que siguen impunes. Cierto que se habla y se muestra claramente las desigualdades en el ámbito laboral, social, familiar… pero no hay cambios en las leyes ni castigos que hagan pensar en que es inevitable un cambio de mentalidad aunque no guste a la sociedad patriarcal.

Todos apostamos por las nuevas tecnologías, por los modernismos y avances que hacen que vivamos mejor o más cómodos pero no aceptamos que la vida y la sociedad, en general, también han cambiado y debemos avanzar y aceptarlos,de la misma manera.
Seguimos viendo cada vez más denuncias sobre violaciones. Eso es bueno pero no es tan bueno las decisiones legales que se toman contra los violadores, con lo que parece que les insten a continuar.
Socialmente hablando, hay inversión social. Es cierto que hay autobuses que paran frente a las viviendas de algunas mujeres para su protección, acompañantes, teléfonos de auxilio pero todo esto hace que las mujeres se asusten más sintiéndose desprotegidas por la ley y los agresores, sin ser apoyados, tampoco son castigados como se debiera. Todo esto hace que el gasto público se dispare pero los culpables siguen estando libres para proceder con toda impunidad. Al final, si reflexionamos en todas estas mejoras para proteger a las mujeres, podríamos llegar a la conclusión que hay mensajes escondidos y más violencia invisible que nos dice: “no puedes salir sola, debes ir acompañada, cuidado con lo que haces”. Esto no es una solución a un problema, es otro obstáculo para llegar a la solución real del problema al que nadie quiere verse involucrado y todavía menos ser el primero/primera en poner manos a la obra a un tema complicado y difícil. ¿Eso es avance social o un retroceso?.

Las mujeres, tradicionalmente, hemos desempeñado trabajos no remunerados económicamente, sino afectivamente, relativos con el cuidado de la familia, tareas domésticas… trabajos que dificultan la relación social, dificulta la libertad necesaria para realizar otras labores que sí podrían ser remuneradas, que agotan psicológicamente por su estrés, repetición de tareas no valoradas por el entorno  y soledad cuando los hijos hacen su vida.  Cierto que nos han inventado una serie de actividades para que estemos entretenidas y no molestemos demasiado pero al final, nos queda una vida un tanto vacía sin sueldo ni pensión mientras los maridos desempeñan un trabajo externo con muchos más alicientes, más valorados y remunerados. ¿Seguimos con los trabajos esclavizantes ellas y los otros ellos?

El psicoanalista argentino Juan David Nasio decía que la sociedad patriarcal que intenta minusvalorar a las mujeres  está movida por una poderosa razón: su miedo. Los hombres tienen miedo que las mujeres los desprecien, los posterguen.
Según Nasio los hombres tienen un problema: el de identificar el poder con la virilidad, volviéndose algo neurótico. Algunas mujeres han conquistado una visibilidad que, a ojos de muchos hombres, las ha convertido en adversarias.
Pero esto se agrava cuando en ambientes laborales las mujeres y hombres compiten por un puesto y aparece esa “violencia invisible” donde los comentarios, los gestos y las oportunidades son diferentes para ellas y para ellos . Si ella tiene un carácter fuerte es insoportable, tiene mal carácter, le falta un polvo… mientras que ellos son hombres de carácter que saben lo que quieren y que cumplen con sus objetivos por encima de todo.
Cuando alguien te ha hecho el bypass y te enfadas o lo desenmascaras eres una bruja maliciosa pero ellos son hombres honestos ,inteligentes , con personalidad y criterio y así podríamos continuar largo y tendido.

Decir que has estado con tus hijos y vas a intentar apremiar en un trabajo laboral pendiente, si es él, se valora como un padre ejemplar que intenta además ser un profesional ayudándolo con buenas valoraciones y gestos de apoyo pero cuando lo hace una mujer se la tacha de   priorización de la familia sobre el trabajo, por tanto, falta de interés laboral  minimizando las valoraciones hacia su esfuerzo laboral. Sin duda alguna no siempre es así pero cuando se habla de cargos medios hacia arriba, la exigencia es muy diferente para ellos y para ellas.
Por otro lado, tenemos a los hombres que solo piensan en ascender dentro de su carrera profesional tachados como hombres ambiciosos, con objetivos claros, de los cuales todos se enorgullecen. Cuando es una mujer, las catalogaciones son muy diferentes e incluso se las critica por focalizar su vida en la parte laboral y no en la familiar. De hecho, quien no ha oído la típica pregunta de ¿y no tienes hijos? ¿no querrías tenerlos? Son mensajes subliminales envenenados castigándonos por salirnos de la norma establecida por la sociedad de hace siglos.

Con las brechas salariales ocurre algo similar. Cuando un hombre va a una entrevista se piensa en el, como cabeza de familia y como “mantenedor de familia” por ello y por otros factores se le paga más que a las mujeres. Cuando ellas postulan por un puesto, siempre se las ve como personas que vienen a buscar un “trabajito” para sacarse un sobre sueldo y una “ayudita” para la casa, subestimando su profesionalidad e interes, cuando las necesidades son las mismas para un género que para otro.
En España, la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 14,2% según el INE. Triplica la de países de la UE como Luxemburgo, Rumanía e Italia. Esto supone que las mujeres trabajan gratis del 10 de Noviembre al 31 de Diciembre.
La maternidad dispara dicha brecha. A medida que las mujeres entran en las horquillas de tener hijos, sus salarios disminuyen. Cuando empiezan la vida laboral, los sueldos de las mujeres son el 4% más bajos; a los 30 años, la diferencia alcanza el 10%; a los 40, un 15% menos ; y a los 50 el 20%. Parece que nos hagan un favor al contratar  mujeres con 50 años y por ello, además tengamos que pagar un “canon” especial por ello.

Las mujeres, estamos acostumbradas a esperar, sabemos que en este camino, iniciado hace más de un siglo, llegaremos a conseguir la igualdad salarial. Hay muchas y variadas formas de maltrato. Unas son brutales y se ven, otras operan en silencio. Sea cual sea no deja de ser un maltrato a erradicar.

Montserrat A.

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