LA ÚLTIMA FARERA DE ESPAÑA

Hay que hablar de todo lo que hacen las mujeres y nadie o casi nadie saben. Es la manera de despertar al Mundo y decir que se puede desempeñar una labor masculina (históricamente) por mujeres. Mujeres que tienen un gran mérito pero que están silenciadas por la omisión social.

Hablaremos de Cristina Fernández, una de las tres primeras fareras de España. Ella está en Costa da Morte, nada menos. Lugar inhóspito y bello por igual. Lugar que desprende la fuerza de la naturaleza y la brutalidad del mar cuando se enfada. Lugar digno de ver y conocer.

La naturaleza es bella  y esplendorosa pero nadie puede negar que en Costa da Morte también es asesina y dura. Solo apta para humanos intrépidos, fuertes, con carácter y muchas agallas.

Cristina trabaja en uno de los lugares más agrestes y bellos que yo he visto. Cabo Vilan. La primera vez que fui a visitarlo, fue en mi coche. Llegamos a una explanada donde la carreterita se hacía estrecha y el viento cada vez, más fuerte y agresivo, tanto que no olvidare como movía  el vehículo y yo asustada dentro, pensé que acabaríamos volando y despeñandonos.

No era un día precisamente malo pero me comentaron que allí era normal esa intensidad de viento. Los alrededores eran bonitos y casi podríamos decir el fin del Mundo pero nunca olvidare el lugar, la magia y fuerza que desprendía el lugar. Quedarse allí podía suponer enamorarse del lugar y no regresar. Yo no me quedé lo suficiente pero si puedo decir que esa visita la tengo en mi mente y no la olvidaré nunca.

Cristina llega al faro por amor, si, se enamoró del hijo del farero. Se veían a escondidas porque ella tenía 13 años. El trabajo de farero no era hereditario pero si pasaba de padres a hijos por una cuestión de proximidad. Los fareros eran los primeros en enterarse de las fechas de las oposiciones y avisaban a los hijos. Fue él quien la aviso, Antonio: “mi padre me ha dicho que va a salir la primera oposición en la que dan cabida a las mujeres”, le dijo su novio. Era 1969 y Cristina aprobó en 1972.

Ella no era la única que optaba al puesto, habían dos más, pero si ha sido la última en jubilarse aunque lo quiere posponer hasta los 70. Los padres se opusieron pero, Antonio se le ocurrió algo para que pudiera presentarse a los exámenes: proponerle el matrimonio antes del examen.

Pero no fue fácil, la primera prueba, después de aprobar, fue la de estar en el faro de Trafalgar con unos arenques y un trozo de pan para ver como actuaba. Sin embargo, cuando lo primero a lo que tienes que enfrentarte es a tu familia, en este caso, tu padre que dice que le quitas el trabajo a un hombre… tu predisposición es otra y te metes en una coraza difícil de traspasar pudiendo afrontar cualquier vicisitud.

Cristina vive desde hace 43 años en el faro , lugar donde el mar saca naranjas, monedas, muertos, pianos, leyendas…  por ello, los navegantes ingleses, marcaban  este punto costero con una cruz roja. Se cree que fueron ellos los que pusieron el nombre de Costa da Morte.

Ella es una mujer fuerte, y si no nació así, se hizo durante su trayectoria personal y profesional. No es miedosa pero sí reconoce que hubo momentos en los que el pánico se apoderó de ella. Vive para el faro y ahora que está sola no es fácil soportar el silencio y la soledad en un lugar tan aislado. Hay demasiado tiempo para pensar e imaginar pero tiene un buen compañero, el palillar. Hacer bolillos , tocar la gaita… tener ocupaciones adicionales a las del propio faro es bueno ya que ayuda a mantener viva la cabeza.

No es suficiente con observar el mar, ya que a veces esta bravo, con muchas olas, viento, truenos…  así que hay que intentar distraerse y olvidar en el terror que hay fuera pero estando siempre pendiente.

Hoy Cristina trabaja en diferentes faros, desde Laxe hasta Finisterre. Su trabajo ha cambiado sustancialmente con los avances tecnológicos y ya no tiene que subir 250 escalones varias veces al día ni activar alarmas cada 45 minutos  por si se queda dormida en las noches de niebla. Ahora tiene un móvil que le avisa de las incidencias. Ella esta contenta y a favor de la tecnología, es una ayuda y lo reconoce pero también es necesario tener farero porque las averías existen y hay que arreglarlas.

El faro para ella es un ser vivo porque todo momento relevante en su vida, ocurrió allí. Tiene que prepararse para cuando llegue la jubilación, la cual quiere alargar y lleva tiempo intentando asumir lo inevitable, regresar a su pueblo Camariñas, pueblo bonito y lleno de encanto donde las mujeres sacan de sus bolillos maravillosos bordados y verdaderas obras de arte. Quizá el mal tiempo, los temporales, la soledad, las puestas de sol y el lugar hacen que el tiempo de espera se mate con más belleza la de los encajes.

Montserrat A

 

THE LAST FARER OF SPAIN

You have to talk about everything women do and nobody or almost nobody knows. It is the way to awaken the World and to say that a masculine (historically) labor can be performed by women. Women who have great merit but who are silenced by social omission.

We will talk about Cristina Fernández, one of the three first fareras of Spain. She is in Costa da Morte, no less. Inhospitable and beautiful place alike. Place that gives off the force of nature and the brutality of the sea when it gets angry. A place worth seeing and knowing.

Nature is beautiful and splendid but no one can deny that Costa da Morte is also murderous and hard. Only suitable for intrepid, strong humans, with character and many guts.

Cristina works in one of the most wild and beautiful places I've seen. Cabo Vilan. The first time I went to visit him, it was in my car. We arrived at an esplanade where the small road became narrow and the wind increasingly stronger and more aggressive, so much so that I will not forget how the vehicle moved and I was frightened inside, I thought we would end up flying and falling down.

It was not a bad day but I was told that there was normal wind intensity. The surroundings were beautiful and we could almost say the end of the World but I will never forget the place, the magic and strength that the place gave off. Staying there could mean falling in love with the place and not returning. I did not stay long enough but I can say that I have that visit in my mind and I will never forget it.

Cristina arrives at the lighthouse for love, yes, she fell in love with the lighthouse keeper's son. They were hidden because she was 13 years old. The work of lighthouse keeper was not hereditary but it passed from parents to children because of proximity. The lighthouse keepers were the first to learn about the dates of the oppositions and warned the children. It was he who warned, Antonio: "my father told me that the first opposition is going to take place in which they accommodate women," her boyfriend told her. It was 1969 and Cristina approved in 1972.

She was not the only one who opted for the position, there were two more, but she was the last one to retire although she wants to postpone until she is 70. The parents opposed it, but Antonio came up with something so that he could take the exams: propose the marriage before the exam.

But it was not easy, the first test, after passing, was to be in the lighthouse of Trafalgar with some herring and a piece of bread to see how he acted. However, when the first thing you have to face is your family, in this case, your father who says that you take away a man's job ... your predisposition is different and you get into a difficult shell to be able to deal with any vicissitude.

Cristina has lived for 43 years in the lighthouse, where the sea takes oranges, coins, dead, pianos, legends ... for this reason, the English navigators, marked this coastal point with a red cross. It is believed that they were the ones who named it Costa da Morte.

She is a strong woman, and if she was not born that way, it was done during her personal and professional career. She is not afraid, but she does recognize that there were times when panic seized her. She lives for the lighthouse and now that she is alone, it is not easy to endure silence and solitude in such an isolated place. There is too much time to think and imagine but you have a good partner, the palillar. Make bobbins, play the bagpipes ... have additional occupations to the lighthouse itself is good because it helps keep your head alive.

It is not enough to observe the sea, since sometimes it is brave, with many waves, wind, thunder ... so you have to try to distract yourself and forget in the terror that is outside but always attentive.

Today Cristina works in different lighthouses, from Laxe to Finisterre. Your work has changed substantially with technological advances and you no longer have to climb 250 steps several times a day or activate alarms every 45 minutes in case you fall asleep on foggy nights. Now he has a mobile phone that notifies him of the incidents. She is happy and in favor of technology, it is a help and she recognizes it but it is also necessary to have a lighthouse keeper because breakdowns exist and must be fixed.

The lighthouse for her is a living being because every relevant moment in her life happened there. He has to prepare himself for retirement, which he wants to extend and takes time trying to assume the inevitable, to return to his village Camariñas, a beautiful and charming town where women take out of their bobbins wonderful embroideries and true works of art. Maybe the bad weather, the storms, the solitude, the sunsets and the place make the waiting time kill with more beauty the lace.

Montserrat A