Siempre que sale un reportaje
hablando sobre las mujeres y como no, su esfuerzo intento explicarlo en
mujeryevolucion porque no deja de ser parte de mi lucha y mi esfuerzo como
mujer. Hablamos el mismo idioma en cuanto dificultades y pocas oportunidades y
si existen hay que aprovecharlas luchando como si nos fueran, en ello , la
vida. Por eso con este post y algunos más que he estado publicando quiero
aportar mi grano de arena.
Sobre todo en este tema que
parece ser un tanto
apartado para hombres pero que una vez más se demuestra que con voluntad y oportunidades nosotras también somos capaces de hacerlo. El siguiente artículo original, ha sido escrito por Alexia Eychenne y publicado en yodona.
apartado para hombres pero que una vez más se demuestra que con voluntad y oportunidades nosotras también somos capaces de hacerlo. El siguiente artículo original, ha sido escrito por Alexia Eychenne y publicado en yodona.
En el subcontinente asiático hay
una escuela única en el mundo donde se aprende a instalar paneles solares y
llevar así la electricidad a comunidades que lo necesitan.
Con sus dedos ágiles Beatrice
Thiabo, senegalesa de 42 años, retuerce una resistencia eléctrica tan delgada
como una grapa. A su lado, una voluta de humo se escapa del soldador de
Magdalena Brito, una mujer de Guatemala tan concentrada en su tarea que frunce
el ceño. En el mismo banco, Ledua Fane, 63 años, procedente de Fiji (Oceanía),
admira el resultado de su trabajo, un controlador de carga fabricado con sus
manos para conectar una batería a un panel solar, el resultado de seis meses de
aprendizaje en una escuela única en el mundo: Barefoot College.
Esta universidad sin zapatos está
en Tilonia, un pueblo semidesierto de Rajastán, en el norte de la India. Sin
embargo, y difícil de creer estando en Asia, las caras de las 44 estudiantes y
sus ropas –togas wax de África y túnicas bordadas de América Latina- no dejan
lugar a dudas: aquí las extranjeras superan en número a las autóctonas. En la
clase, un edificio de una sola planta, se oyen decenas de idiomas: español,
inglés, francés, swahili… Mujeres de todo el mundo vienen aquí para aprender la
tecnología fotovoltaica. Después de medio año, regresan a sus lugares de origen
llevando con ellas la luz que podrán instalar en sus respectivas comunidades.
En Tilonia, la gente las llama mamás
solares.
Su fundador es Buker Roy, un
activista indio de 71 años. Este ingeniero se graduó en una universidad de
Nueva Delhi y llegó aquí hace más de 40 años por razones profesionales.
Tilonia, un pueblo tranquilo lleno de búfalos y cabras, se convertiría con el
tiempo en su laboratorio.
Inspirado por la filosofía de
Gandhi, Bunker Roy creía que los habitantes del mundo rural podrían resolver
por sí mismos la mayoría de sus problemas, como el acceso al agua y a la
energía. Solo había que simplificar las técnicas para hacerlas accesibles a un
público a menudo analfabeto. En 1972, el Barefoot College empezó poner en
práctica esta filosofía en Tilonia. A finales de 1980, la escuela empezó a
formar a expertos en energía solar.
En un taller situado a la entrada
del campus, Norti Devi, una mujer india fabrica un horno ecológico. Decenas de
espejos reflejan los rayos del sol en un barreño donde se cocinarán los
alimentos. Un diseñador alemán ingenió el prototipo y ahora una cooperativa de
mujeres los fabrica y vende. No se necesitan complicados manuales, ya que los
planos están pintados en el suelo. En las clases, lo corriente es que las mamás
solares no comparten idioma. Pero eso no es un problema, según Kumar, el
profesor, que de hecho solo habla el hindi: “enseño a las mujeres el nombre de los colores en inglés y después
utilizo diagramas y vídeos para mostrar dónde hay que colocar las
resistencias”.
Casi mil de 81 países diferentes
han pasado ya por él; el cien por cien, mujeres. “En los pueblos los hombres
copan la mayoría de los empleos. Queremos que por una vez se les den a ellas
las oportunidades”, argumenta Bunker Roy. Formar mamás solares, entre 30 y 65
años, le permite asegurarse de que la experiencia beneficia a las zonas
rurales. “Los hombres suelen sentirse tentados por buscar trabajo en las
ciudades”, observa. La otra condición que ponen para admitir estudiantes es que
las extranjeras provengan de zonas remotas no conectadas a la red eléctrica. El
Gobierno de la India financia el viaje y su estancia, además de aportar 100.000
euros para cada uno de los dos cursos anuales. Distintos organismos de Naciones
Unidas y empresas privadas suministran los paneles que instalarán después en
los pueblos, el equivalente a 270 euros por cada hogar.
Pero llegara a Barefoot College
no es sencillo. Se tarda unos 3 días en
llegar a destino después de diversos cambios de medios de transporte, tres,
barco, bus, avión…
Beatrice, que vive a 400
kilómetros de Dakar, en Senegal, todavía tiene tres hijos en su pueblo. En su
ausencia, su marido, un albañil, se ocupa de ellos. No pudo oponerse a su
viaje. “El Consejo del pueblo me eligió”, pero a veces las comunidades más
conservadoras no permiten que las
mujeres viajen solas al otro extremo del mundo.
Antes de abandonar el Barefoot
College, las mamas solares imaginan sus nuevas vidas. “Voy a ser responsable de
la instalación de paneles solares en 50 hogares. Esto me proporcionará un papel
importante en mi comunidad y algo de dinero”, explica Beatrice pero también
cambiará la vida de su familia. Hasta ahora, sus hijos estudian por la noche
con una lámpara de queroseno. Beatrice espera transmitir sus nuevas
competencias a las vecinas de la aldea, para poner de relieve el potencial de
otras mujeres en su pueblo.
Tomemos nota de lo que es
esfuerzo y aprovechamiento de una oportunidad en ese mundo tan duro que no
pertenece al denominado primer Mundo. Cada día es un reto y una ilusión con
esfuerzo y lucha por romper tabúes y conservadurismos culturales y sociales.
Montserrat A
WOMEN WHO MAKE THE LIGHT POSSIBLE IN THEIR LOCALITIES
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Foto publicada en El Mundo |
Especially in this issue that seems to be a bit
apart for men but once again it is shown that with will and opportunities we
are also able to do so. The following original article was written by Alexia
Eychenne and published in Iodine.
In the Asian subcontinent there is a unique
school in the world where you learn how to install solar panels and bring
electricity to communities in need.
With her nimble fingers Beatrice Thiabo, a
42-year-old Senegalese, twists an electrical resistance as thin as a staple. At
his side, a volute of smoke escapes the welder of Magdalena Brito, a Guatemalan
woman so focused on her task that frowns. At the same bank, Ledua Fane, 63,
from Fiji (Oceania), admires the result of his work, a charge controller made
with his hands to connect a battery to a solar panel, the result of six months
of learning in A unique school in the world: Barefoot College.
This shoe-less university is in Tilonia, a
semi-desert town of Rajasthan, in northern India. However, and hard to believe
in Asia, the faces of the 44 students and their clothes - wax jackets from
Africa and embroidered tunics from Latin America - leave no room for doubt:
here the foreigners outnumber the native ones. In the class, a single-story
building, dozens of languages are heard: Spanish, English, French, Swahili
... Women from all over the world come here to learn about photovoltaic
technology. After half a year, they return to their places of origin carrying
with them the light that they can install in their respective communities. In
Tilonia, people call them solar moms.
Its founder is Buker Roy, a 71-year-old Indian
activist. This engineer graduated from a university in New Delhi and came here
more than 40 years ago for professional reasons. Tilonia, a quiet village full
of buffaloes and goats, would eventually become his laboratory.
Inspired by Gandhi's philosophy, Bunker Roy
believed that rural people could solve most of their problems, such as access
to water and energy. Techniques had to be simplified only to make them
accessible to an often illiterate audience. In 1972, Barefoot College began to
implement this philosophy in Tilonia. In the late 1980s, the school began to
train solar experts.
In a workshop at the entrance of the campus,
Norti Devi, an Indian woman makes an ecological oven. Dozens of mirrors reflect
the rays of the sun in a basin where food will be cooked. A German designer
engineered the prototype and now a women's cooperative manufactures and sells
them. No complicated manuals are needed since the planes are painted on the
floor. In the classes, the usual thing is that the solar moms do not share
language. But that is not a problem, according to Kumar, the teacher, who in
fact only speaks Hindi: "I teach women the names of colors in English and
then I use diagrams and videos to show where to put the resistances."
Nearly a thousand of 81 different countries
have already passed for him; One hundred percent, women. "In the villages,
men dominate most jobs. We want them to be given opportunities for once,
"argues Bunker Roy. Forming solar mothers, between 30 and 65 years, allows
you to ensure that the experience benefits the rural areas. "Men are often
tempted to look for work in cities," he notes. The other condition they
put in admitting students is that foreigners come from remote areas not
connected to the electricity grid. The Government of India finances the trip
and its stay, in addition to providing 100,000 euros for each of the two annual
courses. Different agencies of the United Nations and private companies supply
the panels that will be installed later in the villages, equivalent to 270
euros for each home.
But getting to Barefoot College is not easy. It
takes about 3 days to arrive at destination after various changes of means of
transport, three, boat, bus, plane ...
Beatrice, who lives 400 kilometers from Dakar
in Senegal, still has three children in her village. In her absence, her
husband, a mason, takes care of them. He could not oppose his journey.
"The People's Council elected me," but sometimes more conservative
communities do not allow women to travel alone to the other end of the world.
Before leaving Barefoot College, solar breasts
imagine their new lives. "I will be responsible for the installation of
solar panels in 50 homes. This will give me an important role in my community
and some money, "explains Beatrice, but it will also change the life of
her family. So far, his children study at night with a kerosene lamp. Beatrice
hopes to pass on her new skills to the neighbors of the village, to highlight
the potential of other women in her village.
Let us take note of what is effort and use of
an opportunity in this world so hard that it does not belong to the so-called
First World. Every day is a challenge and an illusion with effort and struggle
to break cultural and social taboos and conservadurismos.
Montserrat A
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