Mientras icónicas figuras de la
canción colombiana reivindican este
sensual ritmo, los políticos quieren prohibirlo. Alegan que “propicia” el sexo
entre adolescentes.
Es una coreografía de puro sabor
africano que recuerda a la sensualidad del tango, la lambada y a la pericia del
breakdance. El ambiente se caldea cuando hacen el pase del caballito: trotes
combinados con aperturas muy locas de piernas. La escena sucede en Cartagena de
Indias, la gente bebe, suda, goza y no para de danzar mientras una señora vende
las típicas arepas de huevo costeñas.
Dicen que esta música caribeña
fomenta las violaciones y los embarazos no deseados… que es para bandidos…. Y
puede matar… y…
El asunto ha sido discutido por
los políticos en Cartagena. Conclusión: hay que alejar a los adolescentes de
ese ritmo endiablado.
Para Antonio Salim Guerra, el
concejal del partido conservador Cambio Radical que planteó a finales de 2015
la prohibición de bailar champeta a los menores de edad cartageneros, esta música
podría provocar una “erotización traumática”, pues “genera un ambiente propicio
para la pedofilia y la explicación sexual infantil”.
Salim Guerra asegura que la
prohibición viene avalada por 16 estudios latinoamericanos, incluida “una ONG
en Cartagena que se encarga de atender a niñas violentadas sexualmente o
embarazadas que han manifestados que empezaron su vida sexual temprano porque
desde pequeñas se estaban comportando y bailando como adultas”.
Charles King, alias El palanquero
fino, es uno de los pioneros de esta música “hubo una votación casi clandestina
y la propuesta ese aprobó por unanimidad. Es otra ley inservible que
desperdicia los recursos para combatir el grave problema de prostitución
infantil y de falta de educación”, lamenta el artista.
Pero hay que explicar cuántos
tipos de Cartagena existen: la que conoce el turista , una ciudad costera con
encanto y coloridas casas coloniales , y la que se esparce más allá de la
muralla, zonas humildes como la Candelaria y San Francisco donde la vida se
hace en la calle. La champeta se ha colado en el centro de una batalla entre
ambas realidades. “La ciudad ficticia amurallada se apodera de los espacios
públicos”, asegura Charles King, que vive en la Cartagena real, en el barrio de
San José de los Campanos. “quieren prohibir nuestra música para esconder esa
parte que les da miedo”, dice.
La polémica por la prohibición de
la champeta se ha convertido en un debate nacional porque apunta a un problema
muy delicado en el país: el abuso a menores. Según datos del Instituto
Colombiano de bienestar Familiar, entre enero de 2014 y marzo de 2015 hubo
17.915 denuncias, Cartagena y los departamentos vecinos de Atlántico y
Magdalena son las zonas con más casos tras el Valle del Cauca y la capital,
Bogotá.
En algunas áreas del Caribe los
embarazos entre menores registran unos porcentajes muy altos. En 2014 los
partos de adolescentes correspondieron al 20,5% del total de la ciudad, donde
186 niñas de 10 a 14 años quedaron embarazadas ese mismo año.
Todos los músicos entrevistados
para este reportaje coinciden en que la campaña contra la champeta nada tiene
que ver en realidad con la explotación sexual infantil. Las canciones más allá
de los dobles sentidos de índole sexual, tienen
una fuerte carga de denuncia social. “La champeta se relaciona con las
clases más pobres y con la comunidad afrocaribeña, pero gracias a nuestra lucha
hoy empieza a colarse en los hogares con dinero y a sonar en las emisoras”,
opina Louis Towers.
La champeta pertenece a la calle
y se dice que es la única música urbana vigente de Colombia. Su popularización
ha estado ligada a las fiestas con picós.”Comenzaron a finales de los 60. Eran
verbenas que se hacían los fines de semana en casas grandes: el salón era la
pista de baile y el patio exterior la zona donde se tomaba (beber). Al DJ le
llamamos picotero y en esa época sonaba música jibara, africana y salsas”,
recuerda Viviano Flores.
Los picós se han modernizado,
pero siguen cargando con el estigma de la violencia y la persecución. “los policías
piden picúa (sobornos) para ofrecer su protección, reciben su plata y se van
callados, hasta que vuelven a por más”, critica Charles King.
En Cartagena hay picós todas las
semanas, de viernes a lunes. Los más populares, como el Rey de Rocha, reúnen a
cerca de 10.000 personas (las entradas cuestan entre dos y cinco euros). Se
celebran en la calle, garajes, discotecas e incluso en la plaza de toros.
Arrancan a las 21 horas y cierran a las dos de la madrugada para evitar las
multas.
En los picós oficiales los
menores no pueden entrar y los
recipientes de vidrio están prohibidos por seguridad. Pero en los saraos
callejeros los niños corretean recogiendo latas vacías y el público comparte
botellas de ron y whisky que se pueden conseguir en la tienda de la esquina a
43000 pesos ( unos 12 euros).
“Pronto viviremos un boom
internacional de la champeta, pero los fundadores no tenemos plata ni para
comprar un carro”, se lamenta Charles King. Su batalla, como la de Viviano Torres y Louis Towers, no
apunta al dinero ni a la fama. “Lo único que pedimos es que después de tantos
años de trabajo los poderosos de Cartagena reconozcan nuestra cultura y nos
cedan espacios para desarrollarla. Fragmentos escritos por @jos_fajardo.
-“yo he estado viviendo en
Colombia durante 3 años y creo que a un baile no se le debería atribuir según
qué consecuencias. Los aspectos culturales siempre tienen un peso importante en
las personas: la población y es ahí donde habría que hacer un trabajo arduo para modificar esos “aspectos” tan arraigados
y que tanto pesan negativamente en la cultura.
La sociedad colombiana es un
matriarcado. No hay mujer sin hijos y quien no tiene hijos es como un castigo
de Dios. Pero no todas las mujeres tienen la ayuda económica de los padres de
sus hijos, todo lo contrario, con lo cual, la pobreza encuentra un nicho
importante que castiga a la sociedad. Las madres son jóvenes y no todas poseen
los recursos necesarios para sobrevivir, con lo cual, se crea un núcleo
familiar (abuela, hija y nieta) empobrecido que, a veces, desemboca en buscar
cualquier medio para subsistir, sin ser necesario justificar la pobreza, la
carencia cultural y la prostitución con un baile que puede ser más o menos
provocativo.
La pobreza es patente en
cualquier lugar, si nos apartamos de las “zonas” ricas o turísticas. Las
diferencias sociales son abismales pero la culpa no la tiene la música si no la
falta de abordar la realidad y trabajar
para que los derechos sean más equitativos y convencer a la población de
modificar actitudes. No juzgo y tampoco doy mi opinión, solo explico una serie
de comportamientos culturales reales que nos pueden ayudar a entender.
He visto bailar la champeta a los
niños y ha sido más una exhibición acrobática que sexual. Otra cosa es la
adolescencia, y sus exhibiciones sexuales para llamar la atención y atraer al
hombre que les gusta dejándose llevar por la música pero la pregunta es ¿se
dejan llevar por la música o la música es la excusa para hacer lo que se
desea?.
La solución de los problemas no
acostumbra a ser la prohibición pero cualquier otra opción resultará ser un
gran esfuerzo. ¿Se está dispuesto a hacerlo? O estamos hablando de algo
correctamente político para continuar haciendo lo mismo, es decir, utilizar la
doble moral?.
Información y datos recogidos en
la prensa EL Tiempo
·
La capital del Valle es señalada como la primera
ciudad en el tráfico de mujeres y en prostitución en el país, pues en el
momento de realizar las estadísticas se encontró que por lo menos cinco mujeres
salen cada mes con destino a Holanda, además de que se han judicializado dos
casos de Cali y dos de Palmira y se ha capturado a 11 sindicados del delito de
tráfico, indicaron los expertos invitados al seminario.
·
Los principales destinos son Japón, España,
Holanda y Alemania, aunque se han detectado casos en Suiza, Italia, Panamá y
Estados Unidos a menor escala.
·
El 7,1 por ciento de las personas que ejercen la
prostitución en Bogotá comenzaron antes de los 15 años y el 17,4 por ciento,
entre los 15 y los 17. Eso es la cuarta parte de quienes ejercen el trabajo
sexual.
·
Durante 428 recorridos realizados por la ciudad
durante el 2014, la Secretaría de Integración Social contabilizó a 14.306
personas, la mayoría mujeres, ejerciendo la prostitución en 19 de las 20
localidades de la ciudad. En ese trabajo de campo, la entidad identificó 386
negocios y 88 puntos en la calle. Esas personas no aparecen en ningún censo
oficial, y tampoco se sabe si siguen ejerciendo o no. (datos publicados en la prensa EL TIEMPO 16/06/2015).
·
La intención del Ejecutivo es reducir los
índices en esta materia de 5,7 por ciento, que es el que se registra
actualmente, a solo 3,2 por ciento, lo que permitiría dejar al país como una de
las naciones de América Latina con mayor número de ciudadanos alfabetizados. (El Tiempo 16/09/2014)
·
Como se puede ver no todo es "sexo"
Montserrat A
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