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“Las sensaciones sentidas varían
según cómo hemos interpretado o
analizado una situación, y por
consiguiente no es algo físico sino también intelectual”, explica Gendlin. Para entenderlo mejor, debemos saber que es
un sentimiento que aparece en nuestro interior, a modo de reacción, cuando
vemos o percibimos algo.
El método tiene una influencia
especial en los procesos para ganar autoestima, reducir el estrés o crear
seguridad para la resolución de problemas. Su aplicación resulta extremadamente
útil, además, para el uso adecuado de nuestro cuerpo y nuestra mente en el
manejo de determinadas situaciones de la vida.
“Normalmente una sensación
sentida se efectúa a través de diferentes componentes:
A. Sensaciones
corporales
B. Emociones
C. Situaciones
externas
D. Símbolos
o imágenes.
El orden de manifestación no es importante. Los pacientes
tienen sus propias preferencias a la hora de empezar con un componente
específico o enfatizar ciertos elementos. Una sensación sentida se completa
permitiendo que la conexión entre las sensaciones corporales, las emociones,
las situaciones externas y los símbolos, tenga lugar. El proceso termina con un
sentimiento de alivio, una percepción corporal de que algo se ha liberado y ,
por lo tanto, surge una nueva capacidad energética.
Un cambio terapéutico real siempre conlleva este proceso.
Cuando los diversos elementos no emergen espontáneamente, el terapeuta tiene
que recurrir a los componentes ausentes para que la sensación sentida pueda
hacer acto de presencia. A menudo la conversación se detiene porque el cliente
y el terapeuta permanecen estancados en
el mismo elemento, cuando ha dejado de ser productivo. Un terapeuta que se da
cuenta de que hay un componente ausente es capaz de reactivar el proceso detenido hacia un
movimiento renovado”. ( Mia Leijssen)
Las terapias cognitivas gozan cada vez de más seguimiento
entre la población. Adaptadas a cada caso, tienen infinidad de versiones y
ramas que tratan de mejorar la vida de
los pacientes a nivel físico y mental, porque también son muchos los síntomas
derivados del malestar que podemos
sentir sin saber el origen ni el por qué.
Aunque nuestra mente trate de prestar la debida atención a
la búsqueda de las causas de esas molestias e insatisfacciones, la realidad es
que muchas veces no somos capaces de descubrir qué es lo que realmente nos ocurre. Ni cuál es su causa.
Si, además, nuestras necesidades básicas están cubiertas, la falta de razones
para la insatisfacción parece todavía más patente.
Para remediarlo, podemos tratar de justificar nuestro
estado indagando en todo aquello que nos ha sucedido últimamente: la pérdida de
un ser querido, una discusión dolorosa o bien una jornada de trabajo
improductivo. Pero en la mayoría de los casos, la razón de nuestro malestar se
remonta al pasado: la falta de atención hacia nuestro cuerpo a lo largo de los
años, puede haber hecho que éste empiece a pagar las consecuencias de esa
ignorancia.
Aunque la terapia del Focusing, tal y como la conocemos hoy
en día, es relativamente moderna, algunas culturas ancestrales han integrado
sus métodos curativos desde tiempos inmemoriales.
En Japón se conoce como Kufu, y se centra en la capacidad
de “escuchar el vientre”, que es donde se reúne todo un sistema de músculos y
vísceras que simbolizan la totalidad de la persona.
Aprender a pensar con el vientre ha sido, en muchas otras
tradiciones, una manera más de conocerse y sentirse en armonía con los
pensamientos. El problema es que la cultura occidental contemporánea se ha
decantado por la creencia de que el pensamiento es un hecho controlado por la
conciencia, y que la capacidad de pensar y de almacenar información se
encuentra únicamente en la zona cerebral. Por lo tanto, según esta concepción
sería puramente intelectual.
Gandhi decía que un hombre no era más que un producto de
sus pensamientos y que , por lo tanto, se convertía en lo que pensaba. Una
visión muy afín a la filosofía de Buda.
Focusing actual
Cuando enfermamos o estamos sometidos a un gran estrés,
nuestro cuerpo se impregna de toda esa información y empieza a expresarla en
forma de incapacitaciones físicas: dolores de espalda, resfriados, cólicos…
Podríamos citar un listado interminable de síntomas que nuestro organismo
produce a modo de aviso. Pero debido a la falta de tiempo o interés, y a un
gran desconocimiento, no somos capaces de advertir esos síntomas como los
avisos que son, y no buscamos la verdadera raíz de lo que nos ocurre.
El focusing moderno fue desarrollado por el filósofo y
psicoterapeuta austriaco Eugene Gendlin, el psiquiatra escribe: “ Aquello que
se libera sin ser advertido, permanece igual. Cuando se percibe, cambia. La
mayoría de las personas desconocen este hecho. Creen que no permitiéndose
sentir las sensaciones negativas se encontrarán mejor. Pero ocurre exactamente
lo contrario. El sentimiento negativo permanece estático en el mismo lugar, año
tras año. Si hay en nosotros algo malo, afectado
o dañado, respiremos y dejémoslo existir. Es la única manera que ese malestar
evolucione y se transforme en aquello que necesita ser”. La toma de conciencia
de nuestro malestar, y el hecho de poner en contacto nuestras dos sabidurías,
tanto la corporal como la intelectual, resultan vitales para resolver de manera
exitosa aquello que nos inquieta.
El focusing entiende el ser humano como una complicada red
de emociones, memorias, pensamientos y sensaciones corporales, y actúa como
herramienta para desenredar el nudo de malestar.
Tener cuerpo y
mente propios
“Lo más importante es sentirse dueño del propio cuerpo
físico. Cuando uno se encorva, pierde el sentimiento de si mismo. Lamente
divaga hacia otra cosa. La persona
no está en el propio cuerpo. Ésa no es
la manera correcta. ¡Debemos existir ahora mismo, en el presente! Ése es el
punto clave. Hay que tener cuerpo y mente propios. Todo debe existir en su
lugar correspondiente, de la manera correcta. Así no habrá ningún problema. Si
el micrófono que uso cuando hablo se pone en otro lugar, no cumple su cometido.
Cuando se tienen en orden el cuerpo y la mente, todo lo demás ocupa el lugar
que le corresponde dela manera que le
corresponde”. (Shunryu Suzuki)
Montserrat A
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