En un monasterio budista, dos
discípulos destacaban particularmente
por su brillante inteligencia, si bien
eran muy diferentes el uno del otro.
El primero solía pedir al abad
que lo dejara salir del monasterio para ver el mundo, y en él poder poner en
práctica su zen. El otro se
contentaba con la vida monástica y,
aunque le hubiera gustado ver el mundo, esto no le creaba ningún afán en absoluto.
El abad, que nunca había accedido
a los pedidos del primer monje, pensó un día que tal vez los tiempos eran
maduros para que los jóvenes monjes fueran por el mundo durante todo un año. El primer monje exultaba. Dejaron el templo
el día siguiente al amanecer. El año transcurrió rápido y los dos monjes
regresaron al monasterio con muchas experiencias para contar. El abad quiso
verlos para saber qué habían descubierto durante su estancia en el mundo laico.
El primer monje, el que quería conocer el mundo material , dijo que la sociedad
estaba llena de distracciones y
tentaciones, y que es imposible meditar
ahí fuera. Para practicar el zen, no existe mejor lugar que el monasterio. El
otro, por el contrario, dijo que salvo algunos aspectos superficiales, no
encontró diferencia a la hora de meditar en el mundo exterior. Por tanto, a su
parecer, quedarse en el templo o vivir en sociedad le resultaba igual.
Tras haber escuchado ambos
relatos, el abad le dio a conocer su decisión: al segundo monje le concedió la
autorización para que se fuera. Al primero le dijo: “será mejor que tú te
quedes aquí. Todavía no estás preparado”
.
Marc E. Boillat de Corgemont
Sartorio.
Distractions
In a Buddhist monastery, two disciples stood
out particularly for his brilliant mind, but were very different from each
other.
The first used to ask the abbot to let him leave
the monastery to see the world, and he can implement his zen. The other was
content to monastic life and, although he would have liked to see the world,
this will not create any desire at all.
The abbot, who had never consented to the
orders of the first monk, thought one day maybe the times were ripe for the
young monks were the world for a whole year. The first monk exulted. They left
the temple at dawn the following day. The year passed quickly and the two monks
returned to the monastery with many experiences to tell. The abbot wanted to
see them for what they had discovered while in the secular world. The first
monk, who wanted to know the material world, said the company was full of
distractions and temptations, and it is impossible to meditate outside. To
practice Zen, there is no better place than the monastery. The other, however,
said that except for some superficial aspects, found no difference when
meditating on the outside world. Therefore, in his opinion, to stay in the
temple or live in society found it equally.
Having heard both stories, the abbot gave its
decision: the second monk was granted permission to leave. At first he said,
"you'd better not stay here. Still you are not prepared. "
Marc E. Boillat of Corgemont Sartorio.
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