derroteros idílicos de la palabra sin afrontar ni sostener, con fuerza, la realidad. Hay mujeres que trabajan como los hombres y de las que nadie habla cuando de “temporeros” se trata. Como si solo ellos fueran a los trabajos más duros pero NO ES ASÍ. Ellas también van y sufren humillaciones de las que nadie habla.
En 2016
acudieron a Huelva 2000 temporeras migrantes; en 2019 rondan las 20000 y con
ello la gran alarma sobre las condiciones de trabajo en los campos. Abogadas,
activistas y sindicalistas representantes de las empresas, quieren conocer qué
pasa de verdad bajo los plásticos , parece que hayan despertado ahora a una
situación que lleva años existiendo y que todos miramos a otro lado.
Con un
reportaje, publicado en mayo del 2018 en la revista alemana Correctiv, hizo
visibilizar la realidad que escondía este negocio: el maltrato sistemático que
sufren las trabajadoras desde hace décadas.
Este negocio
llamado “oro rojo” mueve alrededor de 300 millones de euros al año . Desde el
2004 al 2016, la superficie de cultivo bajo plásticos en Huelva se ha
incrementado en un 76% según datos de (IFAPA).
Dicho esto,
podemos empezar a hablar sobre las situaciones que estas mujeres deben vivir
mientras están trabajando en los campos para sobrevivir. Las condiciones en las
que trabajan , por todos son conocidas aunque nadie haya querido hablar más
alto hasta el 2010 que la prensa empezó a informar de dichas condiciones. Desde
la asociación empresarial sectorial, solo se admitían incidentes de acoso “residuales” queriendo
minimizar las denuncias de los medios.
La consigna
hoy en los campos es el silencio: saben que están en el punto de mira de los
medios y no quieren arriesgar más su reputación ni que surjan nuevas denuncias.
El juzgado investiga, entre otros, un presunto delito contra los derechos de 10
trabajadoras pero los relatos de ellas podrían superar la ficción: agresiones
con fuerza, incitación a la prostitución, obligación de vivir en condiciones de
hacinamiento en contenedores metálicos de barco, imposición de alquiler… la
lista es larga.
En Moguer, un
grupo de mujeres pudo interponer una
denuncia. Les aseguran que trabajarán tres meses y vivirán cerca de las fincas
sin coste alguno para ellas. Sin embargo, cuando llegan les hacen firmar un
contrato por obra y servicio en el que la empresa podría descontarles vivienda,
agua, luz y gas de su sueldo y despedirlas en cualquier momento. Hablamos de
mujeres del ámbito rural, pobres, con hijos y sin nociones del idioma.
Las exigencias
son grandes y cuando se consiguen unos objetivos, estos vuelven a aumentar sin
cesar. Temporeras de otras nacionalidades confirman que la exigencia de
productividad es mayor para las marroquíes.
Lo que cuentan
las temporeras es que el trato vejatorio y la explotación aparecen sobre todo
en algunas grandes fincas, donde se obtienen beneficio a costa de traer a
mujeres que no saben defenderse y están sometidas para poder dar de comer a los
hijos. En las fincas pequeñas el jornal es peor, pero el trato es más humano.
Sabemos cual
es la pregunta capciosa ¿Por qué se contrata mayoritariamente a mujeres y por
qué preferiblemente a mujeres marroquíes? “El discurso políticamente correcto
de las empresas es que las mujeres tienen las manos más delicadas pero detrás
de toda esta hipocresía se encuentra que la mujer tiene mayor capacidad de sacrificio debido a sus
cargas familiares y que por ello, será más difícil que denuncie según qué
situaciones porque del dinero que gana depende toda su familia. Buscan perfiles
dóciles, con hijos, con nivel cultural bajo, que no creen disputas..
Muchas
organizaciones hablan de largas listas de soluciones urgentes involucrando a
otras organizaciones que no dejan de engrosar más el gasto público, pero que
nadie se ponga las manos en la cabeza, la solución no son las listas teóricas
que todo el mundo estudiará y que se dilataran en el tiempo hasta que nos
olvidemos. La gran solución está en un control estatal y en respetar las leyes
desde donde deben respetarse sin mirar a otro lado. Eso no tiene tanto coste y
la solución sería más real y efectiva aunque los intereses de algunos pudieran verse
afectados. Ese es uno de los principales escoyos.
Hablar de un
problema y dar el nombre apropiado a dicho problema hará que podamos identificarlo
y poder abordarlo dando soluciones. Mientras sigamos con esa nueva política
modernista de inventar vocablos nuevos a problemas viejos, continuaremos
perdiendo el tiempo sin poner soluciones a grandes problemas que solo favorecen
a unos y perjudican a otros, por desgracia, siempre a los mismos. (fuente: mujerhoy marzo
2019. Artículo original escrito por Lola Fernández.)
Montserrat A
Women workers in strawberry picking.
We speak of
equality but we lose ourselves in those idyllic paths of the word without
facing or sustaining, with force, reality. There are women who work like men
and nobody talks about when it is "temp". As if only they went to the
toughest jobs but IT'S NOT. They also go and suffer humiliations that nobody talks
about.
In 2016, 2000
temporary migrants went to Huelva; In 2019 they are around 20,000 and with it
the great alarm about working conditions in the fields. Lawyers, activists and
trade unionists representing companies, want to know what really happens under
plastics, it seems that they have now awakened to a situation that has been
around for years and that we all look the other way.
With a report,
published in May 2018 in the German magazine Correctiv, made visible the
reality that hid this business: the systematic abuse suffered by women workers
for decades.
This business
called "red gold" moves around 300 million euros a year. From 2004 to
2016, the cultivation area under plastics in Huelva has increased by 76%
according to data from (IFAPA).
That said, we
can start talking about the situations that these women must live while they
are working in the fields to survive. The conditions in which they work are
known by everyone even if nobody wanted to speak louder until 2010 than the
press began to report these conditions. From the sectoral business association,
only incidents of “residual” harassment were admitted, wanting to minimize
media complaints.
The slogan
today in the fields is silence: they know that they are in the spotlight of the
media and do not want to risk their reputation anymore or that new complaints
arise. The court investigates, among others, an alleged crime against the
rights of 10 workers but their stories could overcome fiction: aggressions with
force, incitement to prostitution, obligation to live in overcrowded conditions
in metal ship containers, imposition of rent ... the list is long.
In Moguer, a
group of women was able to file a complaint. They assure them that they will
work three months and live near the farms at no cost to them. However, when
they arrive they have them sign a contract for work and service in which the
company could deduct housing, water, electricity and gas from their salary and
fire them at any time. We talk about rural women, poor people, with children
and without language notions.
The demands
are great and when goals are achieved, they increase again and again. Temporary
workers from other nationalities confirm that the demand for productivity is
greater for Moroccans.
What the
seasonal workers tell us is that the vexatious treatment and exploitation
appear above all in some large farms, where profit is obtained at the cost of
bringing women who do not know how to defend themselves and are subject to be
able to feed their children. In small farms the wage is worse, but the
treatment is more humane.
We know what
the trick question is. Why are women mostly hired and why preferably Moroccan
women? "The politically correct discourse of companies is that women have
the most delicate hands but behind all this hypocrisy is that women have a
greater capacity for sacrifice due to their family burdens and therefore, it
will be more difficult to report according to what situations because the money
you earn depends on your whole family. They look for docile profiles, with
children, with a low cultural level, who do not create disputes.
Many
organizations talk about long lists of urgent solutions involving other
organizations that do not cease to increase public spending, but that nobody
puts their hands on their heads, the solution is not the theoretical lists that
everyone will study and that will expand in time until we forget. The great
solution is in state control and in respecting the laws from where they must be
respected without looking elsewhere. That does not have much cost and the
solution would be more real and effective although the interests of some could
be affected. That is one of the main brooms.
Talking about
a problem and giving the appropriate name to that problem will allow us to
identify it and be able to address it by giving solutions. As long as we
continue with this new modernist policy of inventing new words to old problems,
we will continue to waste time without putting solutions to big problems that
only favor some and harm others, unfortunately, always the same. (Source: woman today March
2019. Original article written by Lola Fernández.)
Montserrat A
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