viernes, 25 de octubre de 2019

NACER MUJER EN PAKISTAN


En Lahore, con más de 10 millones de habitantes, aparecen  hay hombres que observan de manera incisiva, pasan revista incluyendo comentarios  de forma descara. Es algo aceptable y normal. Pero ellas también contemplan las diferencias culturales.
dos mujeres guiadas por un pakistaní. Ellas van vestidas con vaqueros, manga larga y pañuelo en la cabeza aunque un poco “apretadas en su vestimenta”. Con todo este recato aún
Este país es un lugar difícil para las mujeres. Según la Fundación Thompson Reuters publicado en Enero, es el sexto país más peligroso del mundo para la féminas, de hecho e ven muy pocas mujeres por el centro de la Capital. La tasa de mortalidad en recién nacidos es la más elevada en la comunidad internacional.

En este país los pasos que dan las mujeres hacia un posible avance son lentos y trabajosos, pero no para conseguir igualdad salarial, solo para conseguir su reconocimiento como ciudadanos de pleno derecho en un país cuya violencia machista se expresa con máxima crueldad como desfiguración de rostros con ácido y donde se siguen acordando matrimonios mercadeando con la vida de las novias que en algunos casos son demasiado jóvenes.
El feminicidio se percibe en cuanto se toma tierra. No se puede disimular ni lo intentan.
Se visita una escuela rural para niñas donde ofrecen educación reglada. Experiencia hecha realidad gracias a Unicef, el Gobierno regional y la comunidad local.

Las alumnas van acompañadas para evitar los riesgos que pueden acontecer por el camino ya que para muchas supone recorrer varios kilómetros por senderos desérticos, lugares con alta tasa de delincuencia… pero la mayor amenaza que existe y a la que se enfrentan las adolescentes es a algo tan natural como tener la regla; punto de inflexión que marcará la diferencia entre seguir yendo a la escuela o no. Gracias al kit menstruación de Unicef, las adolescentes conocen la importancia de la higiene, el uso de jabón y cuidado personal.
Algunas adolescentes quieren ser médico o ingenieras pero saben que las pakistaníes que trabajan e dedican a la enseñanza. Lamentablemente, no hay otras profesiones a las que se les deje acceder. El control llega hasta el punto que ven la televisión y juegan con videojuegos en el móvil pero no son de ellas. Sueñan con trabajar  y ser independientes para poder tomar sus propias decisiones pero lo que no saben, todavía es que la situación general del país solo las dejará acercarse a sueldos mínimos para sobrevivir.

Pero hay problemas todavía más graves.  Pakistán tiene 200 millones de habitantes, y luchan para que no sigan muriendo bebes. Las mujeres, en su mayoría son analfabetas, tienen hijos muy jóvenes y demasiados, se enfrentan a envejecimientos muy prematuros debido a las condiciones generales en las que viven. No están preparadas para tomar sus propias decisiones y eso hace que sus condiciones sean cada vez más duras. Tienen muchos hijos, son muy jóvenes y el 80% de casos serían evitables con sanidad e higiene elemental.
Ellas, las mujeres que trabajan intentan tomar sus propias decisiones o por lo menos las mejores pero no es siempre posible. Los sueldos son muy básicos y su independencia difícil.
Es el segundo país del mundo con más niños sin acceso a educación primaria. De los 5 millones de niños de entre 5 y 10 años que están sin escolarizar, más del 60% son niñas.
Ishrat tiene 24 años, sin marido ni hijos y convirtió su casa en una escuela que empezó con 8 huérfanos. El Gobierno le facilita libros y un sueldo mínimo. Intenta convencer a las familias que la educación es importante y una vía de prosperidad futura pero ese cometido es difícil pero no se deja de insistir. Como resultado podemos contar que una madre de 45 años con siete hijos  está aprendiendo a leer y escribir porque alberga la esperanza de hacerse maestra. Hadija una adolescente de 16 años aspira a ser doctora, mientras trata de compatibilizar su trabajo en el servicio doméstico con el estudio y una visible discapacidad “mi madre me decía que no viniera a la escuela porque no puedo andar bien. Pero mis compañeros y la profesora cuidan de mi “.

Las mujeres aún  no son dueñas de su cuerpo. No hay control ni planificación familiar aunque las ladies health workers (consejeras sanitarias) vayan casa por casa dando información y repartiendo pastillas anticonceptivas, no las toman. No se habla abiertamente de educación sexual con las hijas aunque si preguntas te dirán que si se hace. Eso haría que las mujeres tomaran más consciencia pero nos enfrentamos a madres que no saben leer ni escribir, que dejaron las escuelas, si fueron, cuando se casan y empiezan a tener hijos. Si existieran expectativas de futuro ellas mismas truncan, sin saberlo, esa posibilidad. El problema es que la transmisión social se hace en base a ese desconocimiento y las hijas crecen con ese retraimiento y desconocimiento.
“El Gobierno debería ser más responsable con al educación de las niñas. Porque si una niña es educada, ella ensañará lo aprendido al resto de la comunidad. Lo que no hacen los niños”. No lo dice una mujer, lo dice un hombre. Un integrante de un consejo escolar que, eso sí, prefiere que su hija se dedique a la enseñanza porque trabajará “en un entorno de mujeres y más seguro”. (fuente: mujerhoy marzo 2019. Artículo original escrito por Lourdes Perez.)

Montserrat A




No hay comentarios:

Publicar un comentario