En Lahore, con más de 10 millones
de habitantes, aparecen hay hombres que observan de manera incisiva,
pasan revista incluyendo comentarios de
forma descara. Es algo aceptable y normal. Pero ellas también contemplan las
diferencias culturales.
dos mujeres guiadas por un pakistaní. Ellas van
vestidas con vaqueros, manga larga y pañuelo en la cabeza aunque un poco
“apretadas en su vestimenta”. Con todo este recato aún
Este país es un lugar difícil
para las mujeres. Según la Fundación Thompson Reuters publicado en Enero, es el
sexto país más peligroso del mundo para la féminas, de hecho e ven muy pocas
mujeres por el centro de la Capital. La tasa de mortalidad en recién nacidos es
la más elevada en la comunidad internacional.
En este país los pasos que dan
las mujeres hacia un posible avance son lentos y trabajosos, pero no para
conseguir igualdad salarial, solo para conseguir su reconocimiento como
ciudadanos de pleno derecho en un país cuya violencia machista se expresa con
máxima crueldad como desfiguración de rostros con ácido y donde se siguen
acordando matrimonios mercadeando con la vida de las novias que en algunos
casos son demasiado jóvenes.
El feminicidio se percibe en
cuanto se toma tierra. No se puede disimular ni lo intentan.
Se visita una escuela rural para
niñas donde ofrecen educación reglada. Experiencia hecha realidad gracias a
Unicef, el Gobierno regional y la comunidad local.
Las alumnas van acompañadas para
evitar los riesgos que pueden acontecer por el camino ya que para muchas supone
recorrer varios kilómetros por senderos desérticos, lugares con alta tasa de
delincuencia… pero la mayor amenaza que existe y a la que se enfrentan las
adolescentes es a algo tan natural como tener la regla; punto de inflexión que
marcará la diferencia entre seguir yendo a la escuela o no. Gracias al kit
menstruación de Unicef, las adolescentes conocen la importancia de la higiene,
el uso de jabón y cuidado personal.
Algunas adolescentes quieren ser
médico o ingenieras pero saben que las pakistaníes que trabajan e dedican a la
enseñanza. Lamentablemente, no hay otras profesiones a las que se les deje
acceder. El control llega hasta el punto que ven la televisión y juegan con
videojuegos en el móvil pero no son de ellas. Sueñan con trabajar y ser independientes para poder tomar sus
propias decisiones pero lo que no saben, todavía es que la situación general
del país solo las dejará acercarse a sueldos mínimos para sobrevivir.
Pero hay problemas todavía más
graves. Pakistán tiene 200 millones de
habitantes, y luchan para que no sigan muriendo bebes. Las mujeres, en su
mayoría son analfabetas, tienen hijos muy jóvenes y demasiados, se enfrentan a
envejecimientos muy prematuros debido a las condiciones generales en las que
viven. No están preparadas para tomar sus propias decisiones y eso hace que sus
condiciones sean cada vez más duras. Tienen muchos hijos, son muy jóvenes y el
80% de casos serían evitables con sanidad e higiene elemental.
Ellas, las mujeres que trabajan
intentan tomar sus propias decisiones o por lo menos las mejores pero no es
siempre posible. Los sueldos son muy básicos y su independencia difícil.
Es el segundo país del mundo con
más niños sin acceso a educación primaria. De los 5 millones de niños de entre
5 y 10 años que están sin escolarizar, más del 60% son niñas.
Ishrat tiene 24 años, sin marido
ni hijos y convirtió su casa en una escuela que empezó con 8 huérfanos. El
Gobierno le facilita libros y un sueldo mínimo. Intenta convencer a las
familias que la educación es importante y una vía de prosperidad futura pero
ese cometido es difícil pero no se deja de insistir. Como resultado podemos
contar que una madre de 45 años con siete hijos
está aprendiendo a leer y escribir porque alberga la esperanza de
hacerse maestra. Hadija una adolescente de 16 años aspira a ser doctora,
mientras trata de compatibilizar su trabajo en el servicio doméstico con el
estudio y una visible discapacidad “mi madre me decía que no viniera a la
escuela porque no puedo andar bien. Pero mis compañeros y la profesora cuidan
de mi “.
Las mujeres aún no son dueñas de su cuerpo. No hay control ni
planificación familiar aunque las ladies health workers (consejeras sanitarias)
vayan casa por casa dando información y repartiendo pastillas anticonceptivas,
no las toman. No se habla abiertamente de educación sexual con las hijas aunque
si preguntas te dirán que si se hace. Eso haría que las mujeres tomaran más
consciencia pero nos enfrentamos a madres que no saben leer ni escribir, que
dejaron las escuelas, si fueron, cuando se casan y empiezan a tener hijos. Si
existieran expectativas de futuro ellas mismas truncan, sin saberlo, esa
posibilidad. El problema es que la transmisión social se hace en base a ese
desconocimiento y las hijas crecen con ese retraimiento y desconocimiento.
“El Gobierno debería ser más
responsable con al educación de las niñas. Porque si una niña es educada, ella
ensañará lo aprendido al resto de la comunidad. Lo que no hacen los niños”. No
lo dice una mujer, lo dice un hombre. Un integrante de un consejo escolar que,
eso sí, prefiere que su hija se dedique a la enseñanza porque trabajará “en un
entorno de mujeres y más seguro”. (fuente: mujerhoy marzo 2019. Artículo original escrito por Lourdes Perez.)
Montserrat A
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