No sabemos con certeza cuantos grupos
indígenas hay en la amazonia pero se cree que unos cien. Viven aislados en la selva amazónica y cada vez se descubren
nuevos aspectos de su estilo de vida
aunque después del triunfo de Bolsonaro, en Brasil, cada vez es más difícil su
supervivencia.
Cuando escribí este post, aún no empezaron los grandes incendios en el Amazonas que han arrasado muchas hectáreas de terreno indígena y que además se propagaron hacia otros países. Lamentablemente, países con pocos recursos y algunos de ellos sin querer aceptar ayuda internacional para salvar a su propia tierra y raíces.
Estas tribus dependen de lo que les da la
tierra, de la fortaleza de sus piernas y del instinto para eludir al hombre
blanco, destructor de su hábitat (madereros, terratenientes y buscadores de
oro). A esos factores también habría que añadir la elección de Bolsonaro en
Brasil que prometió acabar con la protección de los territorios que la
Constitución de 1988 garantiza para los indígenas.
Los Kawahivas del río Pardo, en el estado
de Mato Grosso, son una de las cien tribus que viven aisladas en la Amazonia.
La Fundación Nacional del Indio (Funai), estimaba hace unos años que quedaban
solo unos 50 kawahivas. Sus tierras no están protegidas. Los madereros los
acechan. No se sabe cuántos quedan y las únicas pistas que hay son los
caparazones de tortugas, uno de sus alimentos, que dejan al paso. El contacto
con extranjeros es letal para ellos ya que se contagian de enfermedades de los
que no están inmunizados.
Sin duda, no quieren ser molestados y como
muestra de ello están las flechas que disparan a las avionetas que los avistan.
Sus arcos son enormes, hasta de cuatro metros muy parecidos a los que utilizan
los sironós de Bolivia. También los proyectos de grandes presas y carreteras
los acorralan.
En Brasil viven un millón de indígenas.
Su Amazonia cobija al mayor número de pueblos no contactados del planeta. No
todos están igual de aislados que los nómadas Kawahivas. Algunos pueblos están
más asentados , viven en chozas comunales, plantan mandioca en claros de selva,
cazan y pescan.
Hay territorios acotados para ellos como
Xingu, la reserva indígena creada en 1961 en el Mato Grosso: 27.000 km
cuadrados donde habitan hasta 16 etnias.
Los piripkuras no viven en esta reserva:
los llaman el pueblo mariposa por su continuo huir. Cuando, en 1980, la Funai
conectó con ellos, eran unos 20. Luego regresaron a la selva. En 1988, dos de
ellos contactaron con las autoridades y narraron la persecución que estaban
padeciendo. La Funai ha prohibido la entrada en la tierra de los piripkuras.
También se desconoce la tribu del hombre
del agujero. Es un indígena que vive solo en la región de Tanaru; lo llaman así
porque hace hoyos para cazar y esconderse. Parece que es el único
superviviente, el último de su tribu.
Pero hablemos un poco de algunas de las
diferentes tribus que hay en Amazonas. Los Kaxinawá pertenecen a la familia
lingüística Pano que habita la floresta tropical en el este peruano, desde el
pie de los Andes hasta la frontera con Brasil, en el estado del Acre y sur del
Amazonas. Los Kaxinawá peruanos y brasileños fueron separados a comienzos del
siglo XX cuando un grupo que había sido concentrado en un cauchal en el río
Envira se mudó hacia las cabeceras del río Purus, en el Perú, después de una
rebelión contra un cauchero (McCallum 1989a: 57-58; Aquino 1977; Montag 1998).
Los grupos oriundos del Perú se vincularon por casamiento, aunque pueden
observarse diferencias en el estilo de vida entre los dos grupos. A partir de
1890, se inicia una onda de invasiones de los caucheros peruanos, que no duró
más de veinte años. Para conseguir el caucho, los árboles precisaban ser
cortados y, así, la región quedó pronto agotada. En cambio, la extracción del
látex de la Hevea brasiliensis por medio de cortes hechos regularmente,
preserva el árbol. Por esto, la llegada de los caucheros brasileños no fue
pasajera, a pesar de las altas y bajas del mercado.
El uso del ayahuasca, considerado
privilegio del chamán en muchos grupos amazónicos, es una práctica colectiva
entre los Kaxinawá, experimentada por todos los hombres adultos y adolescentes
que desean ver “el mundo del ayahuasca”. El mukaya sería aquel que no precisa
de ninguna sustancia, ninguna ayuda exterior para comunicarse con el lado
invisible de la realidad. Pero todos los hombres adultos son un poco chamanes
en la medida en que aprenden a controlar sus visiones e interacciones con el
mundo de los yuxin.
Dos hechos fácilmente observables que
apuntan
en esa dirección son el uso frecuente y público del ayahuasca (aproximadamente
dos o tres veces por mes) y las largas caminatas solitarias de algunos ancianos
sin el objetivo de cazar o de buscar hierbas medicinales (explicación
generalmente dada). Estas dos actividades muestran una búsqueda activa de
establecer un contacto intenso con la yunxindad. Yunxidad es una categoría que
sintetiza bien la cosmovisión chamánica de los Kaxinawá, una visión que no
considera lo espiritual (yuxin) como algo sobrenatural o sobrehumano,
localizado fuera de la naturaleza y fuera de lo humano. Lo espiritual o la
fuerza vital (yuxin) permea todo el fenómeno vivo en la tierra, en las aguas y
en los cielos.
Esta tribu son grandes conocedores de
plantas amazónicas. Si se quiere saber mas podéis entrar en https://pib.socioambiental.org.
Los Kamayuras son otra tribu
contabilizada en 1887 por el alemán Karl von der Steiner. La etnia Kamayurá
está formada por 300 personas que habitan en el Alto Xingú en Mato Grosso,
Brasil. Su sistema tradicional de salud depende del pajé, el chamán que trata
con plantas y plegarias. Material y métodos. Se realizó un trabajo de campo en
la aldea Kamayurá mediante sucesivas entrevistas con el cacique y pajé Takumá
para recoger información sobre las enfermedades neurológicas existentes, las
creencias indígenas del enfermar (naturales o basadas en la hechicería), su
clasificación y los tratamientos tradicionales basados en las plantas. Los
términos empleados se tradujeron del Kamayurá al portugués.
Otra tribu son los Yanomamis expertos en
botánica. Alrededor de 20 000 individuos
que integran los yanomamis viven desperdigados por la selva tropical, en aldeas
separadas por muchos kilómetros de tierra deshabitada. Alrededor del 70 por
ciento de esta población ocupa el sur de Venezuela, en el estado Amazonas,
mientras que el resto se distribuye por zonas adyacentes a Brasil, en concreto
en una zona que comprende parte del estado de Roraima y del Amazonas. Las
comunidades yanomamis se concentran en la zona de la cuenca del río Mavaca, en
los afluentes del Orinoco, y en la sierra Parima. Viven en aldeas pequeñas, de
entre 40 o 50 personas, que se construyen en círculo completamente abiertas.
Sus viviendas tienen forma cónica y viven en grupos de familias. La situación
de las cabañas puede variar y, en numerosas ocasiones, en lugar de formar un
círculo, forman una hilera.Las familias comparten con las otras familias de la
comunidad los productos obtenidos de la caza, la pesca o la cosecha (dentro de
cada shabono conviven varias familias como una comunidad). Los yanomamis se
desplazan continuamente, es decir, son nómadas. Estos desplazamientos están
motivados por el corto periodo de la productividad de sus cultivos. Cultivan en
sus huertos la mayoría de alimentos: plátano, ñame, batata y malanga. Un
cultivo dura dos o tres años. Cuando la tierra se agota, el poblado crea una
nueva plantación en otro lugar. También recolectan productos silvestres y comen
ranas.
Practican la caza todo el año,
individualmente o en grupos, y utilizan el arco y la flecha. La pesca se
practica con menos frecuencia y para pescar utilizan la flecha y el timbó, que
es una especie de planta que sacuden en el agua para atontar a los peces.
Al basar su economía en principios
básicos de autoconsumo (elaboración de sus propias pertenencias, como cestas,
garrotes, arcos y flechas), no tienen relaciones comerciales con pueblos
vecinos. Actualmente siguen utilizando motivos "decorativos"
ancestrales en sus cuerpos, los cuales se estampan con ciertos pigmentos naturales.
Utilizan un veneno llamado curare, que untan en la punta de las flechas para
cazar su alimento. También consumen la planta "epená" o virola, que
contiene una sustancia alucinógena que utilizan en rituales curativos por los
chamanes para comunicarse con los espíritus. Se utiliza en poca cantidad y en
polvo, y se introduce en el chamán por medio de las fosas nasales soplándola a
través de un palo hueco.
Montserrat A
The tribes of the Amazon
We do not know with certainty how many
indigenous groups there are in the Amazon but it is believed that about a
hundred. They live isolated in the Amazon jungle and new aspects of their way
of life are discovered every time, although after the triumph of Bolsonaro, in
Brazil, their survival is increasingly difficult.
These tribes depend on what the land
gives them, the strength of their legs and the instinct to elude the white man,
destroyer of their habitat (loggers, landowners and gold prospectors). To these
factors we should also add Bolsonaro's election in Brazil that promised to end
the protection of the territories guaranteed by the 1988 Constitution for the
indigenous people.
The Kawahivas of the Pardo River, in the
state of Mato Grosso, are one of the hundred tribes that live isolated in the
Amazon. The National Indian Foundation (Funai), estimated a few years ago that
only about 50 kawahivas remained. Their lands are not protected. The loggers
lurk. It is not known how many are left and the only clues there are turtle
shells, one of their food, which they leave behind. The contact with foreigners
is lethal for them since they are infected with diseases from which they are
not immunized.
Undoubtedly, they do not want to be
bothered and as an example of this there are the arrows that shoot at the
planes that see them. Its arches are huge, up to four meters long, very similar
to those used by the Bolivians of Bolivia. Also projects of large dams and
roads cornered them.
In Brazil, one million indigenous people
live. Its Amazon covers the largest number of uncontacted peoples on the
planet. Not all are as isolated as the Kawahivas nomads. Some villages are more
settled, live in communal huts, plant cassava in jungle clearings, hunt and
fish.
There are territories limited for them
like Xingu, the indigenous reserve created in 1961 in Mato Grosso: 27,000
square km where up to 16 ethnic groups live.
The piripkuras do not live in this
reserve: they are called the butterfly people because of their continuous
flight. When, in 1980, the Funai connected with them, they were about 20. Then
they returned to the jungle. In 1988, two of them contacted the authorities and
narrated the persecution they were suffering. The Funai has prohibited the
entry into the land of the piripkuras.
The tribe of the hole man is also
unknown. He is an indigenous person who lives alone in the Tanaru region; They
call it that because it digs holes to hunt and hide. It seems he is the only
survivor, the last of his tribe.
But let's talk a little about some of the
different tribes that there are in Amazonas. The Kaxinawá belong to the Pano
linguistic family that inhabits the tropical forest in eastern Peru, from the
foot of the Andes to the border with Brazil, in the state of Acre and south of
the Amazon. The Peruvian and Brazilian Kaxinawá were separated at the beginning
of the 20th century when a group that had been concentrated in a cauchal on the
Envira River moved to the headwaters of the Purus River in Peru, after a
rebellion against a rubber tapper (McCallum 1989a: 57-58; Aquino 1977; Montag
1998). The native groups of Peru were linked by marriage, although differences
in lifestyle can be observed between the two groups. From 1890, a wave of
invasions of the Peruvian rubber tappers began, which lasted no more than
twenty years. To get the rubber, the trees needed to be cut and, thus, the
region was soon exhausted. In contrast, the extraction of Hevea brasiliensis
latex by means of cuts made regularly, preserves the tree. Because of this, the
arrival of the Brazilian rubber tappers was not temporary, despite the ups and
downs of the market.
The use of ayahuasca, considered a
privilege of the shaman in many Amazonian groups, is a collective practice
among the Kaxinawá, experienced by all adult men and adolescents who wish to
see "the world of ayahuasca". The mukaya would be one who does not
need any substance, no outside help to communicate with the invisible side of
reality. But all adult men are a bit shaman to the extent that they learn to
control their visions and interactions with the world of the yuxin.
Two easily observable facts that point in
that direction are the frequent and public use of ayahuasca (approximately two
or three times a month) and the long solitary walks of some elders without the
objective of hunting or looking for medicinal herbs (explanation usually
given). These two activities show an active search to establish an intense
contact with the yunxindad. Yunxidad is a category that synthesizes well the
shamanic worldview of the Kaxinawá, a vision that does not consider the
spiritual (yuxin) as something supernatural or superhuman, located outside of
nature and outside the human. The spiritual or the vital force (yuxin)
permeates all the phenomenon alive on earth, in the waters and in the heavens.
This tribe are great connoisseurs of Amazonian
plants. If you want to know more you can enter https://pib.socioambiental.org.
The Kamayuras are another tribe counted
in 1887 by the German Karl von der Steiner. The Kamayurá ethnic group is formed
by 300 people who live in Alto Xingú in Mato Grosso, Brazil. His traditional
health system depends on the pajé, the shaman who deals with plants and
prayers. Material and methods. A fieldwork was carried out in the village of
Kamayurá through successive interviews with the cacique and pajé Takumá to gather
information about the existing neurological diseases, the indigenous beliefs of
the sick (natural or based on sorcery), their classification and traditional
treatments based on the plants. The terms used were translated from Kamayurá
into Portuguese.
Another tribe is the Yanomamis, experts
in botany. Around 20,000 individuals who make up the Yanomami live scattered
throughout the rainforest, in villages separated by many kilometers of
uninhabited land. About 70 percent of this population occupies southern Venezuela,
in the Amazonas state, while the rest is distributed by areas adjacent to
Brazil, specifically in an area that includes part of the state of Roraima and
the Amazon. The Yanomami communities are concentrated in the area of the
Mavaca river basin, in the Orinoco tributaries, and in the Parima mountain
range. They live in small villages, between 40 and 50 people, which are built
in a completely open circle. Their homes are conical and live in groups of
families. The situation of the cabins can vary and, on many occasions, instead
of forming a circle, they form a row. The families share with the other
families of the community the products obtained from hunting, fishing or
harvesting (within each shabono coexist several families as a community). The
Yanomami move continuously, that is, they are nomads. These displacements are
motivated by the short period of productivity of their crops. They grow most of
their food in their gardens: banana, yam, sweet potato and taro. A crop lasts
two or three years. When the land is exhausted, the village creates a new
plantation in another place. They also collect wild products and eat frogs.
They practice hunting all year round,
individually or in groups, and use the bow and arrow. The fishing is practiced
less frequently and to fish they use the arrow and the timbó, which is a
species of plant that shakes in the water to stun the fish.
By basing their economy on basic
principles of self-consumption (making their own belongings, such as baskets,
clubs, bows and arrows), they do not have commercial relations with neighboring
towns. Currently they continue to use ancestral "decorative" motifs
in their bodies, which are stamped with certain natural pigments. They use a
poison called curare, which they anoint at the tip of the arrows to hunt their
food. They also consume the plant "epená" or virola, which contains a
hallucinogenic substance that is used in healing rituals by shamans to
communicate with spirits. It is used in small quantities and in powder, and is
introduced into the shaman by means of the nostrils blowing it through a hollow
stick.
Montserrat A
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