martes, 31 de enero de 2017

UN CURA VASCO ENTRE LOS LEPROSOS EN COREA

El dice que tiene muchos amigos en el cielo. Lleva 36 años
entre los “malditos” de Corea del Sur. Cuando los enterraba, y lleva 530, les hablaba como si siguieran vivos. Antes era la lepra pero ahora la gente muere de cáncer.
Hablaba con ellos mientras les lavaba el cuerpo con alcohol y yodo, les peinaba y los vestía con dificultad debido a su rigidez. Mientras seguían en este mundo, sus propias vestimentas les permitían esconder el daño que había sufrido su cuerpo a causa de la enfermedad. Luis Maria Uribe cuenta que cuando los veía desnudos se daba cuenta de que estaban repletos de llagas y úlceras. La imagen actual del enclave situado junto al río Gyeongho salpicado de jardines, modernos edificios y aparcamientos dista mucho de la que se encontró el religioso español cuando visitó el poblado por primera vez en 1977. Según cuenta, era un lugar lleno de cerdos, vacas y moscas, con unos olores terribles.

A sus 71 años, Luis María Uribe se ha convertido en un personaje que concita una especial admiración no sólo en este poblado habitado por leprosos y ubicado a 280 km al sur de Seul, si no que toda la nación asiática, donde habita desde hace 36 años. Las autoridades han rendido homenaje al clérigo español en repetidas ocasiones por su inusual dedicación a una comunidad estigmatizada durante décadas. El único vínculo de unión  con estas personas ha sido su bondad y amor por el ser humano. Cuando llegan al final de su agonía en la tierra, él es quien lava sus cuerpos y los viste. El religioso, originario de Guernica, mantiene una vitalidad extraordinaria. Saluda a sus 155 residentes en perfecto coreano, que en su gran mayoría son octogenarios impedidos por los años y la lepra. Él creció entre las ruinas de Guernica. Todavía hoy guarda una copia del emblemático cuadro de Picasso en Seongsingwon. Asegura que siempre quiso ser misionero y recuerda que cuando estudiaba para fraile en el seminario de Arantzazu los consideraba como sus héroes. Sin embargo, al vasco le costó recalar en Corea del Sur pese a que fue una de sus primeras elecciones cuando decidió optar por las misiones. Primero tuvo que pasar por Bolivia y sólo llegó al país asiático en 1976.

Seongsingwon se había creado en 1958 cuando un primer grupo de 25 leprosos se instaló en las faldas del monte Chiri, junto al río, tras tener que abandonar la cercana ciudad de Jinju. Las personas que padecían este mal eran una suerte de apestados para el Estado y la sociedad surcoreana, y se les coaccionaba para que se recluyeran en comunidades aisladas. Muchos huían de otros  centros de confinamiento como la isla de Sorok porque allí les hacían abortar o les esterilizaban. Aquí, como somos católicos, no se admitían esas prácticas. Sorok es un nombre estremecedor para los leprosos surcoreanos. Era un enclave donde los doctores japoneses guardaban cabezas, órganos humanos y fetos en recipientes de alcohol, según relató a un diario local otro superviviente de ese lugar. Eran los despojos de los experimentos que habían realizado con los pacientes.

Nam Sang-chul fue testigo de la terrible razzia que protagonizaron los asistentes coreanos en el centro de reclusión en agosto de 1945. Decenas fueron abatidas a tiros y sus cadáveres incinerados en una fosa común tras una disputa entre los pacientes y los empleados del complejo. Algunas de las víctimas fueron enterradas y quemadas mientras todavía respiraban.
Sorok era, en definitiva, una especie de Alcatraz para enfermos, donde los empleados solían apalear a los leprosos y los usaban para realizar trabajos forzados, casi como esclavos. Algunos intentaron huir para morir ahogados en las aguas del entorno.
La organización Idea, dedicada a la defensa de estos enfermos estima que entre 1945 y 1957 más de 300 leprosos murieron en homicidios protagonizados por trabajadores de hospital, policías, soldados y civiles . El trabajo obligado, la separación de los niños nacidos de padres con lepra de Hansen y la absoluta exclusión se reprodujeron durante décadas. Les torturaban, les obligaban a trabajar gratis.
Su paseo le ha llevado frente a tres túmulos de cascotes que han construido los vecinos del lugar a la usanza de las pagodas budistas locales. Lo han denominado Torre de piedra de los deseos. Todos los pobladores han traído piedras del rio para construir estas pagodas que están dedicadas a la bravura y dedicación de un asentamiento que da esperanza a los visitantes.

Tras años de disputas legales, en 2015 un tribunal local reconoció el derecho de más de 130 enfermos de lepra a recibir una indemnización de 40 millones de won (32.000 euros) cada uno al haber sido víctimas de la campaña de abortos y castraciones forzadas.
Surnamed Yang fue una de las víctimas de estas prácticas. A su primera hija se la arrebataron y la enviaron aun orfanato “los centros sanitarios prohibían quedarse embarazadas a estas enfermas” y cuando volvió a concebir la obligaron a interrumpir el estado de gravidez clavándole agujas en el vientre al tiempo que la regañaban por no haber seguido sus consignas.
Esta es otra vida, otra forma de vivir y otra mundo. Las injusticias, sociales en algunos países continúan aplicándose sin impunidad y solo personas como Uribe, hacen que salgan a la luz, se conozcan y se luche por abolirlas definitivamente aunque le lleve toda la vida. Personas como él hacen falta en el mundo, y muchas. Fuente: párrafos extraídos del artículo escrito por Javier espinosa en Crónica el mundo.

Montserrat A


A Basque priest among lepers in Korea
He says he has many friends in heaven. For 36 years among the "cursed" of South Korea. When he buried, and leads 530, spoke as if following them alive. Before it was leprosy but now people die of cancer.
He talked with them while they washed the body with alcohol and iodine, combed and dressed them with difficulty because of their rigidity. While still in this world, their own dress allowed them to hide the damage done to his body because of the disease. Luis Maria Uribe that when he saw naked realized they were full of sores and ulcers. The current image of the enclave next to Gyeongho river dotted with gardens, modern buildings and parking is far from the Spanish religious found when he visited the town for the first time in 1977. According to it, it was full of pigs, cows place flies, with terrible odors.

At 71, Luis Maria Uribe has become a character that attracts a special admiration not only in this village inhabited by lepers and located 280 km south of Seoul, if not all Asian nation, home to the last 36 years. The authorities have paid tribute to Spanish cleric repeatedly for its unusual dedication to a community stigmatized for decades. The only bond with these people has been his kindness and love for the human being. When they reach the end of his agony on the ground, he is the one who washed their bodies and clothes. Religious, originally from Guernica, maintains an extraordinary vitality. Greets 155 Korean residents in perfect, mostly octogenarians are handicapped for years and leprosy. He grew up among the ruins of Guernica. Still keeps a copy of the emblematic painting of Picasso in Seongsingwon. He ensures that always wanted to be a missionary and remember that when I was studying for friar in the seminar Arantzazu regarded them as their heroes. However, the Basque cost him landfall in South Korea although it was one of his first election when he decided to opt for the missions. First he had to go through Bolivia and only came to China in 1976.

Seongsingwon was created in 1958 when a first group of 25 lepers settled in the foothills of Mount Chiri, along the river, after having to leave the nearby city of Jinju. People suffering from this evil was a kind of plague victims for the state and the South Korean society, and were coerced to to be guarded in isolated communities. Many fled from other centers of confinement as Sorok Island because there were aborting them or sterilize them. Here, as are Catholics, these practices are not admitted. Sorok is a chilling name for South Korean lepers. It was an enclave where Japanese doctors kept heads, human organs and fetuses in containers of alcohol, according to a local newspaper reported another survivor of that place. Were the spoils of the experiments were performed with patients.
Nam Sang-chul witnessed the terrible raid that carried the Korean attendees at the detention center in August 1945. Dozens were shot dead and cremated in a mass grave after a dispute between patients and employees of the complex corpses. Some of the victims were buried and burned while still breathing.

Sorok was ultimately a kind of Alcatraz for the sick, where employees used to beat the lepers and used them for forced, almost like slave labor. Some tried to escape drowning in the waters of the environment.
The Idea organization dedicated to the defense of these patients estimated that between 1945 and 1957 more than 300 lepers died in killings carried out by hospital workers, police, soldiers and civilians. The forced labor, separation of children born to parents with leprosy Hansen and absolute exclusion reproduced for decades. They tortured them, forced them to work for free.
Your ride has taken him against three mounds of rubble that have built the locals in the style of local Buddhist pagodas. They have called Stone Tower desires. All people have brought stones from the river to build these pagodas that are dedicated to the bravery and dedication of a settlement that gives hope to the visitors.
After years of legal wrangling, in 2015 a local court recognized the right of more than 130 leprosy patients to receive compensation of 40 million won (32,000 euros) each having been victims of forced abortions and campaign castrations.
Surnamed Yang was one of the victims of these practices. In his first daughter she was wrested and sent even Orphanage "health centers forbade become pregnant with diseased" as conceived again forced to interrupt the pregnancy status by sticking needles in the womb while the scolding for not following their slogans.

This is another life, another way of life and another world. Injustice, social in some countries continue to apply without impunity and only people like Uribe, make it come to light, are known and definitely fight to abolish even if it takes a lifetime. People like him are needed in the world, and many. Source: extracted paragraphs of the article written by Javier Espinosa Chronicle the world.


Montserrat A

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