
Con Yasujiro Ozu rodó seis obras
maestras, entre ellas 'Cuentos de Tokio'
Nacida como Masae Aida en
Yokohama en junio de 1920, de familia numerosa –tuvo cuatro hermanas y tres
hermanos-, su carrera artística comenzó a los 15 años. Una de sus hermanas
estaba casada con el director Hisatora Kumagai, y así logró empezar a trabajar
en los estudios Nikkatsu. Se hizo conocida con la coproducción germanojaponesa
La hija del samurái (Arnold Fanck & Mansaku Itami, 1937), un drama que le
llevó de gira por Europa e incluso hasta Hollywood, donde Marlene Dietrich le
sirvió de anfitriona. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó en películas
propagandísticas, y su estrellato se reafirmó al finalizar la Segunda Guerra
Mundial en filmes como El baile en la casa Anjo (1947) o Blue Mountains (1949),
y sobre todo con No añoro mi juventud (1946), de Akira Kurosawa. En ellas daba
vida a la nueva mujer japonesa, que buscaba un futuro brillante. Con Kurosawa
repitió en 1951 en El idiota.
Ahora bien, si el nombre de Hara
estará eternamente marcado en el panteón de las estrellas es gracias a sus seis
películas con Yasujiro Ozu. Cuando filmó la primera en 1949, Primavera tardía,
Hara ya tenía en su currículo 67 largometrajes. Pero Ozu la elevó, supo
fotografiar un rostro casi enigmático y lo suficientemente dúctil como para que
interpretara para el maestro todo tipo de personajes femeninos, a los que les
une, en esta media docena de filmes, que son mujeres solteras, a las que su
familia les quiere casar, y dotadas de una sonrisa tan humana como desarmante
Tras Primavera tardía llegaron Principios de verano (1951), Cuentos de Tokio
(1953) –es la llamada trilogía Noriko por el nombre de sus personajes-,
Crepúsculo en Tokio (1957), Otoño tardío (1960) y El otoño de la familia
Kohayagawa (1961), todo un conjunto de obras maestras. En Cuentos de Tokio,
película que sale entre las cinco mejores de la historia en los diversos
listados de los críticos, encarnaba a una viuda, cuyo marido falleció en la
guerra, y a la que su ex familia política le empuja a casarse de nuevo.
También trabajó con otro grande
del cine japonés, Mikio Naruse –uno de sus primeros valedores ya desde un
cortometraje en los años 40–. Hara protagonizó El almuerzo (1951), La voz de la
montaña (1954), Chaparrón (1956) y Daughters, Wives and a Mother (1960). En las
tres primeras era una esposa descontenta, en la última ya era viuda.
Con 42 años, tras estrenar
Chushingura, Setsuko Hara decidió retirarse de la interpretación y de la vida
pública. En la conferencia de prensa en que anunció la noticia, confesó que en
realidad nunca había disfrutado la actuación y que lo hizo para mantener
económicamente a su familia. En 2001, la película anime Millennium Actress se
basó parcialmente en su vida, la del rostro más popular del cine japonés de los
años cincuenta, una de sus épocas doradas, una cara a la que el historiador
Mark Cousins le rindió tributo en uno de sus momentos más acertados de su serie
documental Historia del cine. (Artículo publicado en El País versión digital
27/11/2015 por Gregorio Belincho)
La virgen eterna, como se la
llamó , fue la imagen límpida de una paradoja. Ella, en su trayecto perfecto
por las seis películas que rodó con Ozu, representó a la nueva mujer japonesa
después de la fractura de la Segunda Guerra Mundial, pero lo hizo como tocaba:
sin que ene le adjetivo de “moderna” se colara una brizna de optimismo. El
fatalismo de una nación entera era ella.
Sea como sea, nunca le
perdonaremos haberse negado a envejecer en pantalla. Aunque quizá, sin ozu, ya
nada tenía sentido. En silencio.( Luis Martínez, El Mundo 4 de diciembre)
Montserrat A
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