Hace mas de 30 años, una banda de
hippies errantes guiados por un carismático profesor inglés llamad Stephen
Gaskin escogieron una parcela de tierra
en el estado de Tennessee, en Estados Unidos. Uniendo sus recursos, compraron
la tierra, estacionaron sus casas rodantes color arcoíris y comenzaron a
constituir casas.
“La granja”, como se le ha
llegado a conocer, fue quizás la primera aldea ecológica, es decir asentamiento
de viviendas de bajo impacto. Pero en la actualidad, los pueblos ecológicos
están creciendo. Apoyándose en temas como el cambio climático y la creciente
conciencia hacia el medio ambiente.
Todos estos pueblos ecológicos se
basan en tres principios elementales: las comunidades deben ser sociales,
económicas y ecológicamente sostenibles.
El pueblo modelo
Situado en un terreno de 11
hectáreas dentro del pintoresco Valle
Currumbin ( Australia), este pueblo ecológico es la creación del matrimonio de
promotores inmobiliarios de Gold Coast, compuesto por Kerry Shepherd y Chris
Walton, que decidieron diseñar un proyecto que respetara el medioambiente. La
pareja formó una compañía de desarrollo llamada Landmatters y , asistidos por
un equipo de especialistas, diseñaron el pueblo ecológico de Currumbin, que ha
ganado más de 10 premios, solamente el año pasado, por su diseño innovador.
Además de ser autosostenible con
el agua, la energía y con los residuos, el pueblo entero ha sido estructurado
para fomentar la interacción social. El centro del asentamiento constituye
el corazón económico y social de la
comunidad y las instalaciones aquí
incluyen un centro comunitario, un café y una panadería, espacios dedicados a
talleres, un local de recompra y una librería
de herramientas.
Aquí además es donde los
residentes deben venir a recoger su correspondencia y a dejar su basura en el
centro de reciclaje. Las calles son más pequeñas que aquellas que se encuentran en los asentamientos
convencionales y con el 80% del sitio retenido como espacio abierto, la
organización del espacio invita a los
residentes a salir afuera.
Sin embargo, a pesar de que
muchos pueblos ecológicos tratan exitosamente los problemas ambientales y de
sostenibilidad social, parece ser que el tercer criterio, la sostenibilidad
económica, es el más difícil de alcanzar, y entonces suele ser ignorado.
Incluso el esquema de
ecocertificación establecido por EnviroDevelopment para ayudar a los compradores
a reconocer asentamientos de casas y estilos de vida más sostenibles en
relación al medioambiente, no tratan de lleno el tema de la creación de empleos
dentro de los pueblos. Sin embargo, los expertos en sostenibilidad lo
consideran un elemento esencial. “si simplemente se diseñan aldeas ecológicas
por el hecho de ser lugares donde las personas puedan vivir, pero los
residentes de éstas siguen teniendo que viajar largas distancias para ir a
trabajar y luego volver, entonces se contradice el propósito de hacer estos
asentamientos ecológicos”, explica Usha Iyer-Raniga, manager de varios
ambientes de construcción sostenible en el Centro de diseño en Victoria.
El pueblo ecológico, SomerVille
ya ha creado 30 trabajos de acuerdo con Antonelli y está en camino de crear
otros 80. Además, tiene una autosuficiencia de agua y energía del 100%, la
totalidad de baños ecológicos y un sistema de agua gris.
Sin embargo, la pregunta
persiste, ¿acaso estos proyectos realmente reflejan la vivienda del futuro o
son una moda pasajera? Con sus credenciales verdes, antiguos valores
comunitarios y esquemas para compartir coche, sería fácil de desechar a los
pueblos ecológicos, por ser el vecindario de elección para hippies e idealistas
solamente. “Las personas que están comprando en Currumbin son sorprendentemente
gente común y corriente”, dice Jackson.
Aunque los pueblos ecológicos
todavía están en las afueras del desarrollo urbano, su diseño y su popularidad creciente parecen indicar que
estos modelos podrían convertirse en el anteproyecto para proyectos futuros de
viviendas o por los menos influenciar en cómo se diseñan los vecindarios en el
futuro.
Montserrat A
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