Lieth Tzi, es el
seudónimo del escritor taoísta chino Lie
Yukou, que vivió aproximadamente en el año 350 AC, durante el período de los
Reinos combatientes. Fue discípulo de Chuano Tse. Su obra más grande es El
tratado de la Perfecta Vacuidad.
Apego exterior
Si la apuesta de un juego es una teja, cualquier jugador actuará con habilidad; si
es una hebilla de cinturón, el jugador sentirá cierto temor; si es una pieza de
oro, la confusión se apoderará de él. Siendo la habilidad del jugador la misma
en los tres casos, una emoción ha sido provocada por algo exterior. Quien se
apega a algo exterior no hará sino entorpecer sus potencia interna.
Perfecto equilibrio
Si uno se adapta al carácter de una criatura, esta se
muestra satisfecha; pero si se la contraria, se irrita: esa es una propiedad de
todo cuanto respira y tiene sangre. De modo que la alegría y la cólera siempre
tienen un motivo. Si un animal se vuelve
fiero, es porque se le ha contrariado. Por eso procuro no provocar su cólera
contrariándole, pero también evito satisfacer
sus instintos hasta el punto de provocar su alegría. Pues
inevitablemente la alegría se transforma en cólera, igual que la cólera en
alegría: en cualquiera de ambos casos, se produce un desequilibrio.
Perpetuo final
Al actuar la forma, no surge otra forma, sino una sombra; al
actuar el sonido, no surge otro sonido, sino un eco; al actuar el vacío, no
surge el vacío, sino el ser. La forma
atiene necesariamente un final. ¿Tienen un final el cielo y la tierra? Igual
que nosotros, todo tiene un final. ¿Un final definitivo? No lo sabemos. Lo que
tiene vida, retoma a la no vida; lo que tiene forma retorna al estado sin
forma. Lo vivo, por ley, debe necesariamente tener un fin; lo que tiene un fin
no puede dejar de tenerlo, al igual que lo que nace no puede dejar de nacer. De
modo que caen en un gran extravío quienes aspiran a perpetuar su vida e impedir
su definitiva extinción.
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