CHIA Y ANDRES CARNE DE RES
Ayer, con unos amigos Nelson y
Marcela nos fuimos de fiesta
a Andrés carne de res en Chia. Me explicaron
muchas cosas del lugar pero al final la idea que siempre me quedaba era la de
un restaurante de carne. No entiendo como la gente no explicó nunca que era
realmente.
Pues bien al llegar me fascino el
lugar. Lleno de molinos con luces y vacas pintadas un lugar enorme donde el
paso del tiempo y su crecimiento se ven patentes en lo grandioso del lugar y en
tantas ampliaciones.
Es un lugar semi kitsch, donde
los recovecos, la decoración genuina y original, donde las mezclas de estilos
están todas conviviendo de forma armoniosa, donde nada pega pero donde todos
los objetos son un todo, como su filosofía de negocio. Buenas copas aunque caras, buena comida,
reuniones de amigos, celebraciones, actores que te hacen divertida la estancia
en todo momento y como no la música y la salsa.
Hay personal por todos lados,
cada tres mesas hay un camarero, amable, profesional y encantador que hace que
las veladas sean inolvidables y agradables. Todo el conjunto hace que sea un
lugar para disfrutar de la vida, la copa y la amistad, donde todo es fácil,
colorista y ameno , donde nadie es extraño y donde todos somos humanos
predispuestos a que nos sorprendan y a ser felices.
El negocio en sí, esta compuesto
por un gran manzana que prolonga los servicios en otro local cruzando la calle.
Allí es donde al salir de bailar y comer vamos a tomarnos una sopita a las 2 AM
para bajar la adrenalina y la emoción de haber estado dando rienda suelta a
nuestra alma.
Nunca estuve en un lugar igual
pero recomiendo que si venís a Bogotá no os perdáis el lugar, merece la pena.
Cuando Andrés tenía unos 22 años,
soñaba con tener una novia rubia y un jeep descarpado. Después de varios meses
logró conseguirse el jeep, pero Stella no era mona.
"Me llevé para Coveñas a la
que no era rubia". Se fueron en el jeep Suzuki y "yo me acuerdo que
le dije a Stella que ojalá algún día, es como la proclama de Bolívar, tenga un
sitio para atender a la gente, bajo un ambiente particular".
Premonitorio quizá, dos o tres
años después arrancó con Andrés Carne de Res. "Eso ya fue la bobadita de
treinta años". También se casó con Stella Ramírez.
Andrés Jaramillo es paisa. Su
papá era antioqueño y su mamá boyancense. Desde los cinco años su familia se
trasladó a Bogotá. Por eso, cuando le preguntan que de dónde es, allá, en la
Capital, dice que es antioqueño de Chía, y acá, en Medellín, antioqueño de pura
cepa.
De paisa tiene mucho. Sólo es
recorrer un poco, ni siquiera más de dos metros, el restaurante. Andrés dice
que su formación familiar tiene relación con las costumbres paisas y que la
comida era parte fundamental de la familia.
"Tal vez molestaba que yo
debí tener un ancestro dueño de
alguna fonda en alguna montaña antioqueña, me
imagino, por el gusto por colgar la cotidianidad".
No colgarla, eso sí, de cualquier
forma. Andrés es cuidadoso con la estética, y con todo, en general. No tiene
que confesarlo, pero lo dice sin temor. Es obsesivo y tiene su neura, su manera
de ser.
Todo el día regaña, todo el día
anota. Después llega a la oficina y le comunica a los jefes las observaciones.
También escribe, en sus palabras, poesía rabiosa. "Aparentemente me puedes
ver como un patrón furioso. Exijo mucho al individuo, tampoco premio con
abrazos, pero sí con un crecimiento de esa persona a través del tiempo".
Sabe que esa obsesión y
compulsión porque todo esté perfecto, es parte del éxito de Andrés Carne de
Res. Ser permanentemente juicioso.
"Hay un amigo que, mamándome
gallo, dice que yo soy la expresión del minimalismo antioqueño. Me parece que
es una maravilla de definición estética que se maneja en Andrés. Quiere decir
que cómo será realmente la expresión, si la mía es...".
El restaurante es un ícono
colombiano, con esencia propia. Ya no es sólo de él, porque se asoció, para que
perdure en el tiempo, pero sin que pierda su poesía y su espíritu. Él se
encarga de eso. Sabe, así lo dice, que la gente ha convertido su sitio en otra
casa.
Andrés Carne de Res. En 26 años
de existencia, este lugar se ha convertido en referencia gastronómica
internacional, y en ejemplo de creatividad aplicada al negocio de la
restauración. Esta empresa revolucionó los restaurantes de tema y los llevó a
un extremo tan rimbombante como rentable, y su estética "semikitsch"
ha influenciado de igual
manera otros comedores famosos de Bogotá.
Montserrat A
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