martes, 10 de junio de 2014

LOS HUERTOS ECOLÓGICOS CONQUISTAN A LOS URBANITAS

LOS HUERTOS ECOLÓGICOS CONQUISTAN A LOS URBANITAS
Conectarse con la tierra. Volver la mirada hacia los alimentos libres de químicos y cultivados por uno mismo. Así funciona el alquiler de parcelas para convertirse en agricultor sin abandonar la capital.
Mi Ecoherta propone una iniciativa pionera en Colombia: parcelas en alquiler en La Calera para que cultive su propia comida. Así función: (artículo del periódico El  tiempo 1de junio. Escrito por Irene Larraz).
Son ocho kilómetros, apenas 20 minutos, lo que separa a los ecohuertos, en La Calera de la carrera séptima. Lejos del ruido, la contaminación y el asfalto, pero cerca de la ciudad, Maria Angélica Suárez y su hija Anni, de seis meses, remueven las malezas, riegan y observan cómo crecen fresas, zanahorias, cilantro hierbabuena… especies que han sembrado en su huerto de 20 metros cuadros. La suya es solo una de las seis parcelas que el proyecto Mi Ecohuerta ya tiene arrendadas, con el fin de reconectar a la gente con la tierra y promover un consumo responsable y sostenible.
Lesly Rubiano, , ingeniera ambiental, y Ómar Ayala, especialista en gerencia ambiental, tomaron esta tendencia de Europa, donde  la nostalgia por las raíces agrícolas y la preocupación por una alimentación libre de químicos han volcado a la gente a cultivar sus propios alimentos.

Huerta “el cerezo”, “Villa Lucas”… : el agroecólogo Diego Cubillas se mueve en un campo sembrado  de parcelas con nombre propio que van desde los 20 hasta los 100 metros cuadrados, vigilando los cultivos y enviando informes diarios a los hortelanos que no pueden asistir. “ Lo que queremos incentivar es la agricultura orgánica , sin ningún tipo de agroquímicos. Así se produce un alimento muy sano y con más sabor, pero que require de más paciencia y no genera tanto como las supercebollas ni los supermaíces transgénicos”. Aquí los niños también aprenden que las cosas tienen un valor”. Además de tener un control absoluto sobre lo que se come y cómo está producido Econuertas promueve el rescate de técnicas y productos ancestrales como la chugua, los cubios y las ibias, tubérculos propios de la región que “se habían olvidado porque comercialmente no eran viables, pese a que su contenido proteínico y vitamínico es muy alto”, señala el ingeniero. Así, entre los talleres que imparten, hay uno de recetas, otro sobre herramientas  de labriego, y uno más de germinación entre otros.

Para Ayala y cubillas, las técnicas agrícolas de producción masiva van a ir cediendo terreno a una producción sostenible entre las familias, donde cada uno produzca lo necesario para el consumo propio de una forma no agresiva con el medio ambiente.  En Bogotá, 8500 familias producen alimentos para consumo doméstico en huertas urbanas, y la capital es ya una de las ocho ciudades más verdes de Latinoamérica, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Rafael Zabala, representante de la FAO en Colombia, considera que esta tendencia se enmarca en el “slow food”, un movimiento mundial en torno a los alimentos que se consumen, dónde y cómo se producen, los hábitos alimentarios, y el origen de los recursos y sistemas agroalimentarios de una región. “Esta filosofía comienza como una marca, pero tiene mucho que ver con los esquemas de agricultura familiar. Se subraya la importancia de una alimentación sana, y que la familia pueda dedicar un tiempo  a su alimentación mediante la producción de alimentos. Esto es especialmente importante en Colombia, donde se consume la mitad o menos de las frutas recomendadas  por la OMS”

Cómo conseguir una ecohuerta
El precio va desde los 68000 pesos al mes por la parcela de 20 metros hasta los 2.150000 pesos mensuales por la de 100 metros. El pago incluye un taller mensual, vigilancia, orientación, herramientas, riego, mantenimiento del cultivo, semillas, abono, espacio en la cámara de germinación e informes de cómo progresa su parcela.

Una tendencia mundial
Fruto del “slow food” y otros movimientos ecologistas, ciudadanos europeos han reclamado a sus alcaldías y gobiernos que pongan a disposición de los ciudadanos “huertos de ocio”. Es el caso, por ejemplo, de Vitoria y Logroño, ciudades españolas donde se habilitaron estos espacios a raíz de los presupuestos participativos, una cuota de las partidas municipales que se destina a propuestas de la sociedad civil. En estos casos, la alcaldía sorteó entre los ciudadanos inscritos la concesión de un lote de terreno municipal para el cultivo de pequeñas parcelas, con uso de técnicas respetuosas con el medio ambiente.
Su caso no es el único; en Grecia, por ejemplo, el alcalde de la localidad de Marousi transformó la tierra de un vertedero en pequeñas parcelas que  ahora son gestionadas por 40 familias golpeadas por la coyuntura económica, según recogía la BBC.

Montserrat A.





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