LOS REMORDIMIENTOS
El remordimiento por situaciones pasadas de las que nos
creemos
culpables puede paralizarnos hasta convertirnos en una sobra de nosotros mismos. Afrontar los hechos, asumir que el pasado no se puede cambiar y aceptar la responsabilidad de nuestros actos en el presente es el camino para aprender de lo sucedido y seguir avanzando.
culpables puede paralizarnos hasta convertirnos en una sobra de nosotros mismos. Afrontar los hechos, asumir que el pasado no se puede cambiar y aceptar la responsabilidad de nuestros actos en el presente es el camino para aprender de lo sucedido y seguir avanzando.
Recuerdo el día en el que Enrique llegó a la consulta.
Hundido en la depresión y, no sin dificultad, fue capaz de explicarme que, tras
más de treinta años de matrimonio ,había sido infiel a su esposa . Su
infidelidad que su esposa desconocía consistía en haberse citado dos veces con
una mujer para tomar una copa. Independientemente de lo que cada uno juzgue
como infidelidad, él sentía lo que consideraba una gravísima falta de respeto y
un atentado contra la confianza que durante toda la vida su esposa había
depositado ciegamente en él. Todo ello le causaba una tristeza infinita.
No pasaron muchas semanas hasta que sirviéndose de sus
remordimientos como motor, fue capaz de explicarle lo suced
ido y pedirle perdón, dispuesto a asumir cualquiera que fuese la respuesta. Ella, que durante unos días quedó sumida en la confusión, la ofensa y el dolor, pronto comprendió que la magnitud de los acontecimientos les debía llevar a preguntarse las razones de lo ocurrido y tratar de extraer lecciones de la experiencia.
ido y pedirle perdón, dispuesto a asumir cualquiera que fuese la respuesta. Ella, que durante unos días quedó sumida en la confusión, la ofensa y el dolor, pronto comprendió que la magnitud de los acontecimientos les debía llevar a preguntarse las razones de lo ocurrido y tratar de extraer lecciones de la experiencia.
El problema reside en que
el tiempo nunca retrocede, independientemente de lo profundo que sea tal
sentimiento, es decir, el curso de los acontecimientos no es modificable. Si no
gestionamos adecuadamente la emoción del remordimiento, la inmovilización puede
aparecer en grados distintos: desde un leve sentirse mal hasta una severa
depresión.
Vivimos una época en que nuestro estilo de vida nos ha llevado
a externalizar el “locus de control”, la percepción que tenemos de lo que
determina el rumbo de nuestra vida.
Así, hemos desarrollado una tendencia espontánea a
culpabilizar a los demás. Y lo hacemos desde los primeros años de nuestra vida.
Los niños lo aprenden, por ejemplo, cuando, después de darse un doloroso
coscorrón contra una pared, ven a sus madres golpear el muro mientras dicen
“¡pared mala, mala!”, desplazando, por lo tanto, el peso de la culpa para
aliviar suavemente el dolor de sus hijos.
Esta máxima, por lo general inconsciente, nos lleva a la
implícita necesidad de transferir la responsabilidad de los hechos a los demás;
al sistema, a la familia, al gobierno. De este modo, creemos conservar la
nobleza de nuestras intenciones y actos,
sin darnos cuenta del alto precio que pagamos por vivir en tan tóxica cultura
del victimismo.
Al asumir el desacierto tal cual es y hacernos responsables
de sus consecuencias consolidamos nuestra dignidad. Es hora, de ir superando
nuestra actual cultura de la culpa en su doble dirección: ni cargar el peso de
la responsabilidad en otros ni humillarnos eternamente ante nuestro dolor.
SUPERAR LA CULPABILIDAD
1.
Examina tus remordimientos. Trata de identificar
las razones que los causan ; si son generados por ti o te son ajenos. Pon orden
a tus pensamientos. Si eres dado a escribir, refleja tus pensamientos y emociones sobre papel te ayudará; si no,
trata de visualizar a alguna persona que tengas como referente o , simplemente,
a alguien en cuyo criterio confías. Intenta imaginar el consejo que te daría o
el modo en que arrojaría luz sobre lo que te está atormentando.
2.
Practica la humildad. Acepta que eres humano y que errar forma
parte de tu naturaleza. Lo que vuelve dañina la equivocación nunca es el fallo
en sí, sino la incapacidad de repararlo . Una vez asumida tu falta, mide su gravedad y evalúa si es o no proporcional
a la intensidad de tus emociones. Hay personas capaces de infligir daño a otras
sin sentir culpa alguna y otras sienten la pesada carga de la culpa por haberse
comido tres bombones de postre.
3.
Valora el perdón. La vida no nos guarda rencor,
¿por qué, entonces, hemos de hacerlo nosotros? Perdonarte te desapegará de los
acontecimientos, te liberará. El célebre”Perdono, pero no olvido” no tiene
sentido: al perdonar nos desprendemos de la carga de la culpa, sea propia o
ajena.
4.
Transforma la culpa. Solo la restitución puede
mitigar tu pesadumbre. En ocasiones, una reparación verbal suele ser
suficiente. Otras veces necesitamos traducir el arrepentimiento en acciones. En
este sentido, los actos simbólicos tienen un poder curativo inmenso. A menudo
las personas a quienes debemos resarcir ya no están presentes; o quizá cargamos
con la culpa de generaciones pesadas. En todos estos casos, compensar a terceras
personas o llevar a cabo acciones en nombre de los que no están tiene un efecto
terapéutico insustituible.
5.
Aprende de tus errores. Usa tu experiencia del
error como un momento propicio para el aprendizaje y trata de identificar qué
lecciones te ha dado la vida. Al incorporarlas te darás cuenta del incalculable
valor de tus equivocaciones.
Escrito por la Doctora en Psicología y especialista en
terapia familiar Rosa Rabbani.
THE REMORSE
The remorse
for past situations which we believe can paralyze guilty to become a shadow of
ourselves. Face the facts, assume that the past can not be changed and accept
responsibility for our actions in this is the way to learn from what happened
and move forward.
I remember
the day when Henry came to the consultation. Sunk in depression and, not
without difficulty, was able to explain that, after more than thirty years of
marriage, had been unfaithful to his wife. His infidelity was unaware that his
wife was to have been cited twice with a woman for a drink. Regardless of what
each judge as infidelity, he felt what he considered a serious lack of respect
and an attempt on the trust for life his wife had placed in him blindly. This
was causing an infinite sadness.
Not many
weeks passed until using his remorse as a driver, was able to explain what
happened and apologize, willing to take whatever the answer. She stayed for a
few days in turmoil, the offense and the pain, he soon realized that the
magnitude of events should lead them to question the reasons for what happened
and try to draw lessons from the experience.
The problem
is that the time will never go back, no matter how deep it is such a feeling,
that is, the course of events is not modifiable. If not properly manage the
emotion of remorse, immobilization may occur to varying degrees, from mild to
severe feeling bad depression.
We live in
a time when our lifestyle has led us to outsource the "locus of
control", the perception we have of what determines the course of our
life.
So, we have
developed a spontaneous tendency to blame others. And we do it from the first
years of our life. Kids will learn, for example, when, after taking a painful
bump on the head against a wall, they see their mothers hit the wall while
saying "wall bad, bad!" Moving, therefore, the burden of guilt for
Gently ease the pain of their children.
This maxim,
usually unconscious, leads to the implicit need to transfer responsibility for
the facts to others, the system, the family, the government. In this way, we
preserve the nobility of our intentions and actions, without realizing the high
price we pay for living in such a toxic culture of victimhood.
By assuming
the mistake as it is and take responsibility for the consequences consolidated
our dignity. It's time, to gradually overcome our current culture of blame in
two directions: not carry the weight of responsibility for others or eternally
humble before our pain.
OVERCOMING
GUILT
1. Examine
your remorse. Try to identify the reasons that cause them, if they are
generated for you or you are oblivious. Put order to your thoughts. If you are
given to write, reflect your thoughts and emotions on paper will help, if not,
try to visualize someone you have as a reference or simply someone whose
judgment you trust. Try to imagine the advice I give or how they shed light on
what is tormenting you.
Two.
Practice humility. You agree that you are human and to err is part of your
nature. What makes damaging the mistake is never the fault itself, but the
inability to repair. Having taken your lack, measure their severity and
evaluates whether or not proportional to the intensity of your emotions. There
are people capable of inflicting harm on others without feeling any guilt and
others feel the burden of guilt for having eaten three chocolates for dessert.
Three. Rate
forgiveness. Life does not hold a grudge, why, then, we must do it ourselves?
Forgive you desapegará of events you free. The famous "I forgive, but not
forget" does not make sense to forgive we let go of the burden of guilt,
whether employed or self.
April.
Transform fault. Only the return can ease your sorrow. Sometimes a verbal
repair is usually sufficient. Other times we need to translate into action
repentance. In this sense, symbolic acts have immense healing power. Often
people who must compensate and are not present, or perhaps loaded with heavy
generational guilt. In all these cases, compensate third parties or carry out
actions on behalf of those who do not have a therapeutic effect irreplaceable.
May. Learn
from your mistakes. Use your experience as a time error conducive to learning
and try to identify what lessons life has given you. By incorporating
you will realize your mistakes priceless.
Write by Doctora en
Psicología y especialista en terapia familiar Rosa Rabbani.
No hay comentarios:
Publicar un comentario