En una oportunidad, Nasrudin
viajaba entre dos ciudades
importantes y paró en un albergue a tomar un
desayuno; pidió tres huevos cocidos y una taza de té. En el momento de pagar,
el posadero se había ausentado. Nasrudin pensó: “Esto no es un desayuno muy
caro, no lo perjudicaré si no le pago; la próxima vez que venga a este albergue
arreglaré mis cuentas con él”.
Tres meses después volvió al
lugar, se presentó al posadero y se ofreció a pagar el desayuno que le debía. Este
le increpó duramente y le pidió dos piezas de plata. Nasrudin se negó a pagar
por parecerle un precio exorbitante. El posadero se justificó diciendo:
·
Si tú no te hubieras comido esos tres huevos, se
habrían transformado en pequeños pollos y hoy serían grandes pollos saludables.
Como no llegaron a un acuerdo,
Nasrudin fue citado a comparecer ante el juez . Llegó a la audiencia muy
atrasado, y el magistrado le pidió una explicación. Nasrudin se excusó de la
siguiente manera:
·
Me he retrasado, pues he estado sembrando maíz
cocido en el campo.
·
Eso es imposible-dijo el juez-; si tú eres
labrador, bien debes saber que si cueces el maíz no te dará ningún fruto.
·
Bueno-contesto Nasrudin-, en este juicio se
supone que huevos cocidos pueden dar pequeños pollos; por lo tanto, sembrar
maíz cocido no debería ser extraordinario.
A.H. D. HALKA
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