Desde que nacemos, nos vemos forzados a construir una
coraza, una identidad psicosocial que nos aleja de nuestra naturaleza humana,
afectiva y solidaria para adaptarnos a un entorno difícil. Pero cambiando
actitudes y hábitos podemos neutralizar sus efectos deshacernos de tensiones y
disfrutar de una convivencia más justa y humana.
Desde la concepción, el complejo proceso de la vida se pone
en marcha y , poco a poco, influido por el código genético, pero sobre todo por
las relaciones afectivas y sociales que rodean su maduración, se articula un
patrón de organización sistémico específico que define cada estructura de
carácter humana. Esta predispondrá la forma de ser, sentir, percibir, pensar,
caminar, respirar, la sexualidad… es decir, condicionará la identidad
psicosocial de la persona.
Si durante la vida intrauterina, el parto y los primeros
meses de vida ese proceso ha sido armónico, estable y amoroso, su patrón de
organización, es decir, su estructura de carácter, tendrá una base fuerte y consistente, por lo que
estaremos ante una persona con suficiente capacidad de amar y reivindicar sus
necesidades. Pero las condiciones familiares, escolares y sociales actuales
generalmente basadas en la represión de los instintos, la violencia y la
anulación de las manifestaciones afectivas y sexuales, generan tensiones
musculares y actitudes rígidas y estáticas.
En este caso estamos ante una estructura de carácter llamada
“neurótica”, que articula una coraza dura con dos funciones:
Proteger nuestra naturaleza humana amorosa de la violencia
del exterior.
Adaptarnos a las exigencias del exterior.
Para ello, contenemos nuestros anhelos y sentimos menos,
perdemos humanidad y capacidad de expresión de nuestras emociones, afectos y
deseos.
Si ese primer periodo vital está rodeado de rechazos,
conflictos emocionales, ausencias de las personas que generan vida, se genera
una estructura muy vulnerable, influenciable, con un sistema inmunológico débil
y, por lo tanto, con tendencia a generar enfermedades psicosomáticas graves.
Llamamos a estas estructuras de carácter “fronterizas”, por
hallarse en los límites entre la neurosis y la psicosis. En estos casos, la
coraza será también muy débil, lo que la hace mucho más maleable a las
condiciones afectivas, sociales y económicas que se vivan en cada momento.
Estas son personas muy dependientes de la pareja, del trabajo, de la familia.
Cualquier percance fuerte pude ocasionarles crisis depresivas.
Esta alteración se ha podido iniciar en la vida intrauterina
debido al estrés excesivo de la madre, y continuar por situaciones frustrantes
o conflictivas, si se ha separado al bebé de su madre bruscamente nada más
nacer; si se ha impuesto un horario rígido de tetadas basado en el “saber” del
pediatra y que causa ansia al bebé.
Si se tienen que esconder para tocarse los genitales… todo
ello implica una violencia hacia nuestra propia especie que continúa en forma
de violencia institucionalizada en sistemas sociales injustos, poco solidarios.
Y para que esa “normalidad” se mantenga, es necesaria la coraza, que facilita
la sumisión de la mayoría y la
ostentación del orden y los mecanismos de explotación de una minoría. En ambos
casos hay una ausencia de contacto con nuestra naturaleza humana. E lo que Wilhelm
Reich describía como una “trampa” del ser humano.
Para salir de esta trampa, es necesario que tratemos de
cambiar actitudes y hábitos. Dedicarnos a:
Mimar nuestros
sentidos a través de la música, el arte, el silencio, el contacto con la
naturaleza y la sexualidad.
Cuidar nuestro
organismo evitando agentes tóxicos.
Cultivar los afectos,
la solidaridad y la comunicación.
Asumir la
temporalidad de nuestra vida, permitiéndonos construir una escala de
valores más cualitativas.
Descargar tensión y
eliminar los efectos del distrés y de las presiones externas a través de
actividades acordes a la motivación.
Reducir el
sufrimiento emocional, afrontar creativamente las crisis
Y finalmente, proteger, cuidar y educar a través de crianzas
respetuosas y ecológicas desde el comienzo de la vida para facilitar
estructuras humanas saludables que sepan afrontar los retos, sin miedo a la
libertad y con capacidad de amar y vivir. Todo ello contribuirá a flexibilizar
nuestra coraza, permitiéndonos un mayor contacto con nuestras emociones, pero
también nos ayudará a abrirnos a nuestro entorno y actuar para conseguir los
cambios políticos, sociales, económicos y ecológicos imprescindibles para una
convivencia más justa y humana.
saludos
Freedom from shells
From birth,
we are forced to build a shell, a psychosocial identity away from our human
nature, affectionate and caring to adapt to a challenging environment. But
changing attitudes and habits we can neutralize their effects get rid of stress
and enjoy a more just and humane.
From
conception, the complex process of life starts and gradually, influenced by the
genetic code, but mostly for emotional and social relationships that surround
its maturation, articulates an organizational pattern that defines specific
systemic each human character structure. This predispose the form of being,
feeling, perceiving, thinking, walking, breathing, sexuality ... ie
psychosocial condition the person's identity.
If during
intrauterine life, birth and the first months of life that process has been
harmonious, stable and loving, its pattern of organization, ie their character
structure, will have a strong and consistent, so we face a person with
sufficient capacity to love and claim their needs. But family conditions,
school and generally based on current social repression of instincts, violence
and the cancellation of the expression of love and sex, muscle tension and
generate static and rigid attitudes.
In this
case we have a character structure called "neurotic" which
articulates a hard shell with two functions:
Protect our
human nature loving violence abroad.
Adapt to
the demands of the outside.
To do this,
we hold our hopes and feel less, lose humanity and ability to express our
emotions, feelings and desires.
If the
first period is surrounded rejections vital, emotional conflicts, absences of
people that generate life, generate a structure very vulnerable,
impressionable, with a weak immune system and, therefore, prone to generate
serious psychosomatic illnesses.
We call
these structures of a "border", for being on the border between neurosis
and psychosis. In these cases, the shell is also very weak, which makes it much
more malleable to the affective, social and economic conditions that are live
at all times. These are very dependent on the couple, work, family. Any mishap
could cause them strong bouts of depression.
This
alteration was unable to start in the womb due to excessive stress of the
mother, and continue frustrating situations or conflict, if the baby has been
separated from his mother at birth abruptly, if imposed a rigid schedule of
breast feeds based in the "know" the pediatrician and the baby
causing anxiety.
If you have
to hide to touch their genitals ... all this involves violence against our own
species that continues in the form of institutionalized violence in unjust social
systems, very supportive. And for that "normality" is maintained, it
is necessary to shield, which facilitates the submission of most of the glitz
and order and operating mechanisms of a minority. In both cases there is a lack
of contact with our human nature. E what Wilhelm Reich described as a
"trap" of human beings.
To escape
this trap, we need to try to change attitudes and habits. Ourselves to:
Pamper your
senses through music, art, silence, contact with nature and sexuality.
Caring for
our body avoiding toxic agents.
Cultivate
affection, solidarity and communication.
Assume the
temporality of our lives, enabling us to build a more qualitative value scale.
Download
tension and eliminate the effects of distress and external pressures through
activities according to motivation.
Reducing
emotional distress, creatively tackle crises
And finally, protect, care for and educate
through respectful and ecological raisings from the beginning of life to
facilitate healthy human structures able to face the challenges without fear of
freedom and ability to love and live. This will help to loosen our armor,
allowing more contact with our emotions, but also help us to open ourselves to
our environment and act to achieve the political, social, economic and ecological
imperative for a more just and humane.
Regards,
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