En la prensa El mundo, suplemento
Zen del día 15 de Noviembre se publicó un artículo escrito por Juan Fornieles
hablando sobre la terapia de los caballos y sus efectos en humanos. Al
parecerme interesante y el haber experimentado este tipo de experiencias han
hecho que os escriba parte del articulo para haceros participes de estos
beneficios.
Si alguna vez tenéis opción de
practicarlo, no lo dudéis, se trata de una terapia increíble, positiva e
interesante que ayuda a fluir nuestro interior, dándonos seguridad y
haciéndonos fuertes de cara a nuevas experiencias.
Fernando Noailles Olivé, el
gaucho que cruzó el charco para traernos
la doma racional y mostrarnos que hombre y caballo son una poderosa unidad
emocional. La cita es en Equivalle, cerca de Bustarviejo, un paraíso de la
sierra a 40 km de Madrid. Ahí me topo con Noailles, el jinete que cabalga la
pampa española predicando el amor a los caballos y su entrenamiento emocional a
través de estos animales.
Su currículo es extenuante. Nació
en una hacienda caballuna en Uruguay y allí aprendió a ir a galope tendido
antes que a gatear. Se crió en un mundo de machos, donde los animales salvajes
se domesticaban a base de látigo y cojones, pero él era testarudo y un pelín
inadaptado…. Vivió en Patagonia entre gauchos y nativos y poco a poco dejó que
aflorar su sensibilidad por los animales a pesar de que estaba mal vista.
Fernando Noailles parece un extra
de western. Llega con su pañuelo anudado por un caballo de plata, con un
sombrero calado y manchado por el polvo y el barro del picadero. Viene de la
Prisión Militar de Alcalá de Henares, donde esa
mañana ha aplicado su terapia equina a los presos.
Sus palabras , sus caballos y su
gestión emocional han ayudado a superar muchos miedos y muchas depresiones. A
su vez, ha desarrollado una técnica para fomentar habilidades sociales de los
directivos como el liderazgo o la capacidad de conexión con su equipo,
proveedores y clientes.
…”Con el caballo no hay trampa ni
cartón, el animal te muestra qué tienes que hacer para gestionar tus emociones
y poder tener un sentimiento responsable”, me
explica Fernando.
Arrancamos de pie y con un
ejercicio de relajación. El noble caballo me mira con curiosidad mientras me
dejo llevar por Noailles y su don de la palabra.
“Aquí, aunque vengan
pensamientos, los observas y los dejas pasar. Aflojar tus músculos y limítate a
sentir cómo el caballo mueve tu cuerpo con su respiración. Hay un momento en el
que sucede algo inexplicable y te centrarás en tu energía y la del caballo,
dejándote llevar por ese anclaje emocional.”
El terapeuta tira de mí y me
sitúa junto al lomo del caballo. “Túmbate sin apoyar las rodillas”. Poco a
poco, estiro mis 83 kilos encima del
animal y gano centímetros hacia su cuello. Apoyo mi cara sobre su pelo y cierro
los ojos. Siento el tic, tac de su corazón y el vaivén de la respiración equina.
Cuando asumo lo que estoy haciendo y me relajo, mi cuerpo se acompasa y me dejo
llevar.
Noailles me saca suavemente de mi
meditación y me da un abrazo de hermano.
Ahora, pertenecemos a una misma tribu, la tribu de quienes respetan al caballo. Este sentimiento me lleva
a preguntarle por otro de sus fuertes:
la doma racional.
Fernando no domestica a los
potros usando la fuerza bruta, faltaría más. “Me enfoco en el raciocinio del
caballo, conecto con él y busco ganarme su confianza; mientras que el método
tradicional se basa en el sometimiento sin tener en cuenta la individualidad y
la sensibilidad de cada animal”.
Otro de sus pilares es recuperar
a los resabiados, los caballos que son agresivos porque han sido maltratados o
malcriados. Noailles trata de devolverlos al carril a base de cariño o
introduciéndolos en manadas donde los líderes son más fuertes y amansan al
inadaptado.
Montserrat A
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